Mirar con
atención la solidez de nuestra experiencia cristiana
Domingo 33 del
Tiempo Ordinario
Casi al final de la reflexión guiada por
el año litúrgico, se nos hace una invitación a mirar con atención la solidez de
nuestra experiencia cristiana. Evaluar el camino recorrido nos lleva a valorar los
que hemos realizado correctamente y a fortalecer las debilidades de cara al
próximo ciclo.
Luego de la mirada que hemos de realizar
sobre nosotros mismos y de nosotros con respecto al mundo, Jesús nos recuerda: “Esto que contempláis, llegará un día en que
no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.”
Acto seguido Jesús nos advierte de dos
peligros aparejados al trauma de la fugacidad de nuestra condición temporal. El
primero consiste en pensar que las catástrofes naturales (terremotos,
epidemias, etc.) y humanas (guerras y revoluciones) las provoca Dios para
anunciar amenazante el próximo fin del mundo. Jesús en ningún momento atribuye
a la acción de Dios esas desgracias. Más bien hay que entender que todas ellas
son expresión de la limitación propia del mundo: de la limitación física (los
acontecimientos físicos y naturales) y moral (las acciones del hombre, autor de
guerras e injusticias). Unas y otras nos avisan de que no es posible poner en
ellas nuestra fe y nuestra confianza definitiva.
El segundo peligro o tentación sobre el
que nos advierte Jesús, es el de tratar de superar las intrínsecas limitaciones
físicas y morales de nuestro mundo pero dentro de él, instaurando ya, sea por
los puros esfuerzos humanos, sea por ciertas confluencias cósmicas, el paraíso
en la tierra, una nueva era de paz y armonía, en la que se eliminen o minimicen
al máximo todas las causas del sufrimiento humano, y que sería la única
salvación a la que nos sería dado aspirar. Los falsos profetas que tratan de
usurpar el nombre de Jesucristo, que dicen de múltiples modos “soy yo”, “el
momento de la salvación está cerca”, han sido y son legión. Unos lo hacen en
nombre de determinadas ideologías políticas, otros en virtud del progreso
científico, otros, por fin, apelan a los movimientos de los astros (y hay
quienes combinan en un coctel de frutas cuarzos-medallas-político-científico-mística-yoga-etc.).
Pero acomodarse a este mundo pasajero como si fuera definitivo es una solución
tan falsa como lo es desentenderse del compromiso con la vida cotidiana.
Mirar con atención la solidez de tu
experiencia de vida cristiana.
Evangelio
de hoy
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (21,5-19):
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y las ofrendas votivas que lo decoraban.
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y las ofrendas votivas que lo decoraban.
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»
Palabra del Señor