Sobre el Profeta Ezequiel




Pensamientos. Filosofía. Teología.

Puerto Rico.

Poesía. Prosa. Ensayo. Cuento. Escritos. Cartas. Origines.

Preguntas. Crítica. Historia. Cine. Maravillas. Valores.

Política. Libros. Ocurrencias. Sentimientos...




domingo, 10 de noviembre de 2013


“SON COMO ÁNGELES; SON HIJOS DE DIOS, PORQUE PARTICIPAN EN LA
RESURRECCIÓN”.

Domingo XXXII del Tiempo Ordinario

 

Durante las últimas semanas del año litúrgico, las lecturas bíblicas nos invitan a la reflexión sobre nuestra vida, nuestro final terrenal y nuestra eternidad.

El moderno François de La Rochefoucauld, decía que la hipocresía como “el homenaje que el vicio rinde a la virtud”. Este es el caso de los fariseos, no obstante, en los saduceos encontramos una actitud distinta, que se asoma en el diálogo del Evangelio de hoy.

La acción cargada de malicia del saduceo no es la hipocresía, sino el cinismo, que se ríe abiertamente del bien, lo desafía y, en este caso, mira con desprecio y suficiencia la fe religiosa del pueblo y su esperanza en la resurrección. Al abordar a Jesús, usan una técnica similar a la de los fariseos para ponerlo en apuros.

La respuesta que les brinda Jesús está llena de sentido y sabiduría, y pone de relieve la debilidad interna del cinismo saduceo. En primer lugar, los saduceos han planteado mal la cuestión, trasladando a la situación de la vida futura las estructuras e instituciones que sólo tienen sentido en este mundo efímero y pasajero. “En esta vida, dice Jesús, hombres y mujeres se casan”, y podría añadir: “tienen hijos, acumulan riquezas, dejan herencias”. Es otra lógica, no es la lógica de nuestro mundo material, temporalizado, limitado y natural. La vida eterna es una vida plena, en la que todo lo bueno se conserva (se salva), al tiempo que se superan las limitaciones que aquí impiden la plenitud. Eso es lo que significa: “no se casarán, no pueden morir, son como ángeles, son hijos de Dios, participan de la resurrección” (que es lo mismo que decir, que participan de la vida del Resucitado, Jesucristo, Hijo de Dios).

Al final del evangelio está la clave para iniciar una reflexión que nos puede ayudar a comprender nuestra fe en la resurrección: Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob." No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»”

 


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (20,27-38):


En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»

Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob." No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario