Breve
análisis sobre nuestra sociedad actual:
Cuando le damos una mirada responsable a la realidad
social de nuestro país, no es muy difícil poder identificar algunos de los
problemas que han llevado a la misma a una profunda crisis. En Puerto Rico, el asunto económico, es un
tema obligado, sin embargo desde mi perspectiva, no es el que dinamiza toda la
actividad delictiva, de corrupción, de violencia, de indiferencia y otras. En la
médula de la crisis, está sin duda el desvanecimiento de la jerarquía de
valores que pueden ayudar a mitigar, lidiar y hasta neutralizar el asunto económico
entre otros. ¿Qué valores? En términos generales, los valores por los que una
sociedad ha optado. Los que sean, pero valores, ordenados al correcto funcionamiento
social. Nuestra patria, en un periodo histórico se formó en unos valores y
seleccionó una serie de valores, que han sido sofocados por la situación
colonial en la que nos enfrascaron. Ahora, en mi reflexión, pienso que la falta de un
proyecto de país, la falta de una clara identidad nacional de la cual todos se sientan
identificados, la falta de un horizonte que nos apunte a un futuro maduro ideológico
y políticamente claro, el anhelo de vivir socialmente lo que no somos y los consecuentes
engaños por parte de muchos de los dirigentes del gobierno, han provocado el
colapso social.
La falta de un orden en la comprensión de los axiomas que
deben guiar nuestra libertad en la actualidad, da origen a la gran mayoría de
los temas-problemas, sobre los cuales he analizado y reflexionado. Algunos de
ellos son: el crimen, el narcotráfico, la educación y la justicia.
En la actualidad, hay especialistas y estudiosos que
establecen que la criminalidad en Puerto Rico es el problema público más grave
que tenemos que atender. Sin embargo,
las estadísticas nos comunican que el principal problema de salud pública, es
la salud mental. No sé, si en algo esto repercute en la actividad delictiva. No
obstante, el crimen tiene muchos componentes. Por un lado, es producto de una
empresa criminal multimillonaria que controla el narcotráfico y la entrada
ilegal de armas y otros artículos. Por otro lado, es incentivado por un marcado
de desempleo que convierte a los puertorriqueños en presa fácil para ser
convencidos de que la ilegalidad, paga sin pasar mucho trabajo. También, muchos
están convencidos de que el éxito se alcanza beneficiándose mediante la
intimidación y la violencia sobre el trabajo de quienes de manera responsable
siguen las reglas de juego. Para un joven desertor escolar (en Puerto Rico el 40
% de todos los que ingresan a las escuelas no la terminan), es más atractivo
vender en la esquina lo que un sector enfermo de la sociedad demanda, que
sacrificarse en un curso técnico un par de años o en un bachillerato de cuatro
a cinco años, para luego seguir pasando trabajo. Aquellos que aspiran a más, posiblemente tengan
que salir del país porque la maestría y el doctorado no les sirven para nada en
un escenario en el que la tasa de desempleo ronda el 21%.
Las diversas condiciones de sociales como la dependencia
del estado o de los padres que trabajan, la deserción escolar como resultado de
falta de retos, orientación adecuada o intervención a tiempo para fortalecer al
individuo, la carencia de vivienda adecuada que muchas veces les lleva a vivir
en medio de centros de narcotráfico o violencia y la desintegración y
desatención de la familia que ya no es alternativa de cohesión y desarrollo,
hacen a nuestros jóvenes terreno fértil para la delincuencia.
Sobre la educación, tema que trabajé, analicé y presenté
en la sala de clases, comparto una breve descripción sobre lo que es esencialmente
la educación, más allá de los colores y del traqueteo con los fondo federales,
que a nombre de la “No child left behind
act”, se están cometiendo los más grandes crímenes en este país.
La educación es un derecho fundamental y universal, pero también
es un deber personal, familiar y social. La educación se ejercita a través de la
escolarización, de la preparación para una profesión, del descubrimiento de la
propia vocación y de la formación permanente. Por medio de la educación el
hombre adquiere cultura, se reconoce a sí mismo y se hace útil para los demás. Por
educación habrá de entenderse aquella acción encaminada al desarrollo de los
individuos como personas y para la integración en la sociedad, mediante la
transmisión del patrimonio cultural de cada pueblo y de la humanidad. La educación ha de ser:
ü Un proceso global e integrador de transmisión de conocimientos, de difusión
de valores, de creación de actitudes y de ofrecimiento de sentido.
ü Un proceso libre de alienaciones, de manipulaciones o de acaparamiento por
parte de algún grupo social.
ü Una
tarea de toda la vida -aunque esté institucionalizada en torno a determinadas
edades según un proceso evolutivo, permanente y personalizador.
La educación es un derecho inalienable de la persona para
orientar de manera ordenada todas sus capacidades (físicas, morales,
intelectuales, religiosas, artísticas y sociales).
a) Es un
derecho que exige libertad. Esa libertad comprende:
o
Libertad de elección del tipo de educación.
Esa elección habrán de hacerla los padres, los tutores o los propios hijos, en
su caso.
o
Libertad de creación de instituciones
educativas.
o
Libertad de expresión e información para
buscar la verdad. Asimismo, se exige libertad de conciencia, de creatividad, de
pensamiento, de creencias y de ideología.
b) Es un derecho que exige igualdad:
o
Igualdad de protección jurídica en la
creación de entidades y opciones educativas, evitando monopolios o dirigismos
o
Igualdad de oportunidades en el acceso a
los bienes educativos y culturales, favoreciendo una justa distribución de los
recursos.
o
El Estado debe garantizar la efectividad
del principio de igualdad amparando jurídica y económicamente a los ciudadanos
para que puedan ejercer su libertad de elección en su educación y enseñanza.
Finalmente, nuestra sociedad tiene que entender que la
educación no es una responsabilidad exclusiva y absoluta del gobierno de una
nación. La educación es un
deber personal, una obligación familiar, social y una tarea pública. Es un
deber personal en cuanto que, además de ser un derecho, la educación constituye
un deber para la persona, el cual responde a la aspiración profunda de todo
hombre de convertirse en protagonista y responsable de su crecimiento en
humanidad. Es una obligación familiar, en cuanto que, la familia es la primera
y mejor educadora, antes que la escuela y la sociedad. Los padres son los
primeros responsables de la educación. Las demás instancias educativas son
exclusivamente colaboradores de los padres en la educación formal. No se puede
obstaculizar el derecho de la familia a elegir el tipo de educación para sus
hijos. Es una obligación social y una tarea pública, en cuanto que, la sociedad
debe garantizar el ejercicio real y efectivo de los derechos educativos, de
conformidad con los principios de la solidaridad y la subsidiariedad. Mediante
la solidaridad, cada ser humano contribuye con sus semejantes a la elevación
cultural, profesional y educativa. Mediante la subsidiariedad, el Estado solamente está
legitimado para actuar cuando las personas o los grupos sociales no ejerzan su
función y libertad en el proceso educativo.
Otro aspecto que deseo reflexionar antes de concluir esta
síntesis sobre algunos de los temas-problemas, sobre los cuales he analizado y
reflexionado, es el asunto de la igualdad y la justicia. Nuestro pueblo tiende a confundir o a
tratar indistintamente ambos conceptos. Muchas personas en nuestra sociedad
hablan de justicia e igualdad como si se tratara del mismo asunto. Desde mi
perspectiva, la apelación incorrecta a los dos conceptos aporta
significativamente a la crisis, sobre todo, cuando algunos miembros de la
sociedad desean vivir y tener lo mismo que tienen y viven otros. En términos de
la dignidad de la persona y de los derechos inalienables del ser humano, hay
que trabajar mucho y constantemente para defender la verdad, la justicia y la
igualdad adecuadamente. Pero en términos de las cosas materiales, no podemos
promover que la persona se mida por las pulgadas de la pantalla del televisor o
por la marca del automóvil que posee. Con el propósito de provocar una reflexión sobre los
conceptos igualdad y justicia, comparto una breve definición de cada uno de los
dos términos mencionados.
Por igualdad se entiende la conformidad de dos o más
objetos o cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad. Provocar la igualdad de condiciones para
llegar a un buen arreglo. Se puede concebir además, como el trato idéntico
entre todas las personas, más allá de razas, sexo, clase social y otras
circunstancias diferenciadoras entre ciudadanos. Y en el estudio físico o matemático es la equivalencia
de dos cantidades o expresiones.
No obstante, entendemos por justicia el arte de hacer lo
justo, y de dar a cada uno lo correspondiente. Comúnmente se conoce como una de las virtudes
cardinales. Se le denomina virtud cardinal, en cuanto que, sirve de base para
sostener toda la vida moral a la se reducen todas las demás virtudes. Desde
esta perspectiva, la justicia es la virtud que se inclina a dar a cada uno lo que
le toca. Sus tres partes subjetivas son la justicia conmutativa, la legal y
distributiva. Estas regulan respectivamente las relaciones ente los individuos
armonizando lo propio y lo ajeno. La justicia, desde el punto de vista legal, es
el conjunto de reglas y normas que establecen un marco adecuado para las
relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y
permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e
instituciones. La
Justicia es ética, equidad y honradez.
La justicia no implica necesariamente igualdad. No a todos corresponde lo mismo, aun cuando
todos en una sociedad poseemos la misma dignidad. Nuestra sociedad tiene que
trascender y madurar para comprender la diferencia entre ambos conceptos y la
aplicación o reclamación adecuada de ellos. La justicia comienza a vivirse con
la verdad y la igualdad se realiza respetando la dignidad de la persona.
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