Eugenio María de Hostos y Bonilla
(Mayagüez el 11
de enero de 1839 – San Domingo 11 de agosto de 1903)
El caribeño intelectual, educador,
filósofo, sociólogo y escritor puertorriqueño, Don Eugenio María de Hostos y
Bonilla, luchó por la emancipación de Puerto Rico y la hermana isla de Cuba, promovió
la unidad y la educación de las Antillas y de toda Latinoamérica. Nació el 11
de enero de 1839 en el barrio Río Cañas de la ciudad de Mayagüez al oeste de la
isla de Puerto Rico y falleció el 11 de agosto de 1903 en su residencia de Las
Marías, ubicada en la Avenida Independencia, ciudad de Santo Domingo en la
República Dominicana.
Su obra se desplegó más allá
de las fronteras del Caribe. Sus raíces caribeñas nos pueden ayudar a
comprender las razones por las cuales Hostos pudo proceder con su trabajo
itinerante en distintas partes del continente americano a favor de la causa
antillana sin sentirse lejos de su tierra ni extranjero en los países hermanos.
Antonio S. Pedreira, quien nos los presenta como el “Ciudadano de América” nos
dice al respecto:
“Una veloz ojeada a su biografía nos mostrara la
dificultad aludida: nació en Puerto Rico, hijo de padres puertorriqueños y
nieto de abuela dominicana y abuelo cubano; fue a educarse en España; sirvió en
Nueva York a la Junta Revolucionaria; fue periodista en Brasil, Colombia, Perú,
Chile Y argentina: se caso en Caracas con una cubana; educo su familia en Santo
Domingo y en Chile; fue conspirador en Saint Thomas y murió en la Ciudad
Primada de Santo Domingo.”
Hostos realizó sus estudios
primarios en el Liceo de San Juan. Posteriormente, en 1852, es enviado por sus
padres a Bilbao, España, en cuyo Instituto de Segunda Enseñanza obtuvo el
bachillerato. Hacia el año de 1854 regresa a Puerto Rico y realiza el cuarto
curso de Latinidad en el Seminario San Idelfonso en San Juan, el cual terminó
en 1855. Luego se trasladó a Madrid a continuar sus estudios y en 1858 ingresa
a la Universidad Central, (la hoy
llamada Complutense), en donde se matricula en las facultades de Derecho y
Filosofía y Letras. Allí, tendrá como profesor a Julián Sanz del Río, el
ilustre filósofo que introduce y promueve el krausismo en España, doctrina que
también va a influenciar el pensamiento de Hostos.
En este periodo, Hostos adquiere la información con la que amplía sus
conocimientos, estrategias y destrezas que luego utilizó para desarrollar todo
su pensamiento y su obra en América. De alguna manera, más allá de los
conocimientos académicos que recibió en la madre patria, la experiencia en los
debates, los intercambios de ideas y las luchas políticas de entonces, forjaron
su gran deseo de realizar lo propio en el Caribe antillano. Sus compañeros de
estudios en Madrid fueron los que más adelante se destacaron como los máximos
intelectuales y políticos de la España del decimonónico. Sobre esta etapa de
estudiante joven e idealista, Antonio S. Pedreira, quien ha escrito su más
importante y destacada biografía, nos dice al respecto:
“Eugenio de Hostos, compañero y amigo de aquella
brillante juventud española que contaba entre sus hijos más preclaros a Giner
de los Ríos, Salmerón, Azcarate, Castelar, Pi y Margall, Ruiz Zorrilla, Valera,
Leopoldo Alas, y otros, sostuvo con tesonero entusiasmo las ideas liberales de
esa época, y con su pluma y su palabra ayudó eficazmente al triunfo de los
principios republicanos.”
Hostos no concluye su
carrera académica en Madrid, de hecho, nunca la concluye. Él mismo expresó que
se había desilusionado con los métodos pedagógicos de la época. Si es así,
entonces podemos entender su interés por desarrollar su pedagogía, la cual
introduce en varios hermanos países, entre ellos, República Dominicana. Sin
embargo, se ha dicho también, que no terminó sus estudios porque no quería
recibir un título universitario de un gobierno monárquico.
He aquí, su otro dilema, el sistema monárquico, contra el cual combatió
intelectualmente. En cuanto a esta lucha, nos dice Pedreira, que la misma no
era contra la madre patria, sino contra la monarquía española. A esta causa, el
prócer puertorriqueño colabora con numerosos artículos que se publicaron en
numerosos periódicos catalanes y madrileños. Cerca de estas fechas, Hostos se
da a conocer por su gran liderazgo y potencial intelectual. El filósofo
caribeño había decidido participar de la campaña republicana española porque
había acordado con los dirigentes políticos peninsulares que una vez se
estableciera el gobierno republicano, se le otorgaría la autonomía a Puerto
Rico y Cuba. No obstante, las promesas no se cumplen cuando triunfa la causa
republicana en 1868. Para recompensarlo le ofrecen la gobernación de Barcelona,
oferta que rechaza para regresar a América, porque entiende que desde allí no
puede lograr su anhelado sueño de libertad para todas las Antillas caribeñas e
hispánicas.
Estando todavía en España,
antes de la contienda por la causa republicana, en 1863, Hostos publica su
primera obra de trascendencia, La
peregrinación de Bayoán, con la que se dio a conocer entre los
intelectuales, políticos y filósofos. La novela romántica de fondo
socio-político, divulga el problema político de las Antillas. Él mismo la
define “como un grito sofocado de independencia por donde empecé mi vida
pública”.
Escrita en forma de diario, es poética, emotiva y comprometida con la realidad
de las colonias españolas en América, cosa que naturalmente, no le agradó al
gobierno de la monarquía de Isabel II. Los personajes de la novela son
simbólicos: Bayoán, el protagonista, representa a Puerto Rico, Marién a Cuba y
Guarionex a Santo Domingo. Bayoán lleva a cabo una peregrinación patriótica
similar a la de Hostos en la vida real. La trama de la novela, que trata de las
relaciones amorosas entre Marién y Bayoán, nos muestran la intención política
que quiere comunicar la obra literaria. Marién muere en España y Bayoán regresa
a América para seguir luchando por la libertad de su patria. La novela cargada
de simbolismos, nos comunica con claridad su itinerario de trabajo, como un
anuncio o presagio, de lo que luego Hostos trabajará en su peregrinación por
toda América proyectando a todos sus grandes pasiones para el Caribe. En cuanto
a sus grandes pasiones, necesariamente hay que señalar: la libertad de las
Antillas, la igualdad de los seres humanos indicando que “el hombre no deja de
ser hombre por ser de color claro u oscuro”,
la emancipación de la mujer,
la educación y la Confederación de las Antillas.
Es en definitiva, un trabajo desde América Latina para el Caribe y en ocasiones
desde el mismo Caribe.
Teniendo claro Hostos su
propósito de lucha y habiendo realizado una opción radical por sus ideales,
emprende su propaganda de libertad y justicia por casi toda América, la cual va
a verse reflejada en toda su gran obra filosófica, moral, social, pedagógica,
literaria, política y de derecho. Hostos nos expresa la razón de ser de tal
acaudalado trabajo en el prólogo de La
peregrinación de Bayoán:
“El problema de la patria y de la libertad, el
problema de la gloria y el amor, el ideal del matrimonio y de la familia, el
ideal del progreso humano y del perfeccionamiento individual, la noción de la
verdad y la justicia, la noción de la virtud personal y del bien universal, no eran
para mi meros estímulos intelectuales y afectivos; eran el resultado de toda la
actividad de mi razón, de mi corazón y de mi voluntad; eran mi vida.”
En las Antillas son muchos
los acontecimientos y los testimonios que evidencian la gesta de Hostos. Lo
podemos encontrar de isla en isla apoyando, instruyendo, debatiendo, luchando
con las armas de sus escritos y la educación, aunque no siempre fue así. En
algún momento pensó que el fusil era el medio para alcanzar la libertad de Cuba
y Puerto Rico. Este deseo de libertad para las dos Antillas, lo llevó a
conspirar y junto al general Aguilera y nueve hombres se lanzan el 29 de abril
de 1875 en una expedición revolucionaria hacia Cuba, que al casi naufragar
luego de tres días, fracasaron. Luego de la fracasada gesta, se dirige al sur,
“escoltado de fracasos, incomprendido y solo, cruzó la calle de la amargura,
camino del destierro”.
Es en este momento en que deja atrás las armas y se convierte en periodista y
en educador sin precedentes en América; “cambia la toga por la espada”.
A partir de este momento se dirige a Santo Domingo y luego a Chile en periodos
similares (1878-1898), consagrando su trabajo a la educación porque entendía
que la educación redimiría a América. Se convierte en el apóstol de los débiles
y de las mujeres, propagandista consecuente de la libertad de las Antillas.
En República Dominicana,
Hostos fue ante todo educador y político. Fundó escuelas y desarrolló un
sistema educativo sin precedentes. Hostos fue el maestro que introdujo la racionalidad
en la enseñanza y revolucionó una escuela estéril por el dogmatismo religioso y
su memorización acrítica. Muchos dominicanos académicos y conocedores de la
obra hostosiana dan testimonio de la aportación de Hostos en su patria. Nos
expresa la Profesora Carmen Duran:
“El fue el apóstol de la verdad y la ciencia, de la
moral que ensañaba más con el ejemplo que con la difundida ciencia que hacia
luz en el desierto de la Ignorancia”
Juan Bosch da inicio a su
trabajo titulado Hostos, el sembrador con
una frase del combatiente y padre de la patria dominicana, Máximo Gómez, que
muy bien puede recoger el sentimiento colectivo de los dominicanos con respecto
a la gesta de Hostos en Quisqueya:
“Los dominicanos, que quizás tengamos muchos defectos,
pero no somos ingratos…, escribirán la historia, ellos mejor que nadie, de la
vida de aquel hombre ilustre, cuyo recuerdo no olvidaremos nunca.”
Otros espacios en el Caribe
sirvieron de escenario para los trabajos de Hostos. En Cartagena, la costa
colombiana que se empapa con las aguas del Mar Caribe, se sintió como en casa.
Murallas, fortalezas, aires tropicales en los que encontró una tierra propicia para pensar e
idear la unión latinoamericana que también Bolívar en esa misma tierra soñó. En
su camino hacia el Perú, tuvo que pasar primero por Panamá, tierra agradable
con doble mirada; el Caribe y el Pacifico. Allí Hostos, no tan solo contempló
por vez primera el otro océano tranquilo, sino que pudo conocer la realidad de
los emigrantes y extranjeros transeúntes peruanos, costarricenses, hondureños,
venezolanos, etc. Estando ya en Perú, da forma definitiva a su trabajo
sociológico, y podemos encontrar en sus apuntes lo siguiente:
“La población era un verdadero laboratorio de química
social: blancos, cobrizos, negros, todos los matices de esas tres razas
principales, todas las combinaciones definidas e identificadas, todos los
caracteres fisonómicos, todas las revelaciones exteriores del origen étnico….,
anunciaban la extensa e intensa elaboración de todos aquellos elementos
combinados para producir un solo tipo de población.”
En Chile, además de toda la
labor de desarrollo pedagógico y docente, Hostos realiza una de las
aportaciones más significativas al tema de género en el continente suramericano
del decimonónico.
Podemos atrevernos a decir que rompió con los paradigmas de la época y se
adelantó por mucho a las luchas que se combatieron en la primera mitad del
siglo XX en Estados Unidos de Norteamérica. Se trata de la conferencia que
dictó sobre la educación científica de la mujer.
En dicho ensayo, apela a la igualdad de capacidad racional que tiene el hombre
y la mujer.
“La razón no tiene sexo, y es la misma facultad con
sus mismas operaciones y funciones en el hombre y la mujer. Por tanto, si el
hombre puede llegar por el ejercicio de la razón al conocimiento de la verdad,
la mujer puede también. Por lo tanto, si el hombre es capaz de la educación
científica, lo es también la mujer…”
Naturalmente, el
pronunciamiento público a los académicos e intelectuales de este ensayo en una
conferencia, trajo como consecuencia el debate sobre la educación de la mujer
en América y abrió las puertas a los esfuerzos posteriores sobre el particular.
Para algunos, ésta es otra manifestación de la justicia social hostosiana.
De este modo, la educación de avanzada y diversos esfuerzos por lograr la
equidad y reconocimiento social de la mujer serán las fuerzas que moverán la
maquinaria para elaboración de textos hostosianos, dedicados a la emancipación
femenina. Esto no tan solo se da en el contexto de su estancia en Chile, sino
que Hostos lleva posteriormente estas ideas, ya maduras, a la realidad
dominicana cuando es llamado a desarrollar un sistema educativo nacional.
En Caracas Venezuela inicia
su labor como maestro.
Fue en Venezuela donde, además de trabajar como maestro director del colegio,
escribir artículos y pronunciar discursos a favor de las Antillas; encontró el
amor. Inda desentrañó sin saberlo, los más puros sentimientos de amor del
hombre ya maduro, de carácter fuerte, viril y al vez de refinada sensibilidad.
Hostos contrajo matrimonio con Belinda Otilia de Ayala el 9 de julio de 1877 a
los treinta y ocho años de edad.
Estando en Venezuela recibe
la noticia del Pacto de Zanjón que puso fin a la Guerra de los Diez Años en
Cuba. Hostos decide embarcar rumbo a Saint Thomas en 1978, en donde al llegar
el 7 de abril, se reúne con el general cubano Vidente García para concertar al
respecto.
Nueva York es el punto de
encuentro y de intercambio con pensadores y políticos que junto a él compartían
los mismos ideales y luchaban por las mismas causas. Era el lugar que acogía en
el exilio a muchos que con sus recursos e ideas apoyaban y aportaban a la causa.
Desde allí se idealizaba, se discutía, se debatía, se escribía y se publicaba.
Allí se organizaban y se fundaban grupos y organismos para dar frente a la
lucha por la libertad y la justicia.
Cuando nos acercamos a la
producción intelectual hostosiana, no es difícil percatarnos que el pensador
puertorriqueño poseía una mente privilegiada con unos conocimientos cuan
enciclopédicos, con los que abordó prácticamente cada aspecto del saber humano.
Sus obras escritas y publicadas, ciertamente superan todos los tomos superando
a grandes hombres de la humanidad. Hemos heredado trabajos de geografía, la
gramática y su historia, el derecho (penal y constitucional), historia
occidental y oriental, psicología, sociología, pedagogía, filosofía (lógica y
ética) y literatura (poesía, teatro, novela, cuento, ensayo y oratoria). Estos
son algunos de los temas a los que Hostos le dedicó profunda reflexión, de los
cuales muchos de ellos tienen gran vigencia hoy día.
Por ejemplo, sus obras de moral, sociología y de derecho constitucional
resuenan aun en nuestros tiempos y son fuentes de referencias primarias en
muchas facultades e investigadores de América y del Caribe. Podemos mencionar
cinco aspectos de sus doctrinas que tienen mucha vigencia en la discusión
actual, según una conferencia dictada hace un par de años con motivo de la
pertinencia del pensamiento hostosiano en el siglo XXI: el derecho
constitucional, las autonomías del ser humano, los derecho inalienables, el
principio de las minorías y el principio del deber social y moral.
Precisamente, su afán por la
labor política y pedagógica, arrojó luz a sus más mínimas preocupaciones
epistémicas. Sin embargo, precisamente, su interés por la consecución de la
emancipación política y económica de Puerto Rico y Cuba, además de sus luchas
en contra de la injusticia social que encontraba en cada una de las naciones
latinoamericanas que visitó, le apartaron del tiempo necesario para ampliar,
aun más, esos intereses intelectuales.
Como educador, Hostos
también cultivó la disciplina histórica. Como sociólogo, fue un crítico de
obras históricas estableciendo que la Sociología es una ciencia que resulta de
un amplio trabajo de inducción y deducción histórica. La historia crítica es
aquella que establece relaciones de causa y efecto y establece la verdad de los
hechos en el tiempo y en el espacio. Un poco de esto queda plasmado en su obra La peregrinación de Bayoán. Además, aborda la historia desde el
positivismo de Comte, puesto que Hostos entiende que la filosofía histórica
encaja muy bien en el positivismo latinoamericano.
Como podemos descubrir, Hostos se empapa de la filosofía contemporánea europea
y de las nuevas ciencias sociales que están surgiendo como una respuesta para
una mayor comprensión del ser humano moderno.
Este aspecto es muy importante para Hostos porque le ayuda a legitimizar su
tarea de forjar conciencias para la dignidad y la libertad, señalando los
acontecimientos que han mantenido oprimido al pueblo caribeño desde que se
inició la conquista en el siglo XV hasta los acontecimientos del 1898. En
cuanto al tema de la invasión norteamericana de 1898, Hostos inmediatamente
reacciona y empuña la bandera de la defensa y de la lucha de la patria. Muchos
critican su regreso apologético, pero también muchos aseguran que pocos hombres
en Puerto Rico durante el decimonónico, conocían tan bien los problemas
políticos, sociales y educativos de Puerto Rico, a pesar de haber estado
treinta y cinco años (1863-1898) ausente de su patria.
En cuanto a su quehacer
literario, su producción es amplia en número y diversa en sus géneros. Su
crítica literaria, matizada por su reflexión multidisciplinaria, aborda obras
de diferentes épocas. Al igual que con otras disciplinas, su crítica literaria
la gran mayoría de las veces está en función de una mayor comprensión para
enriquecer su trabajo pedagógico. Los trabajos que se han realizado sobre este
tema, demuestran su particular tratamiento a este arte. Para Hostos el arte es
una de los formas de interpretar la realidad, “porque la realidad es el campo
de lo bello, y en esa operación el artista provoca y facilita la observación y
el examen del aspecto de las propiedades externas de las cosas”,
sin embargo, como arte es una obra humana y el artista tiene una función moral
favorable al bien del individuo y de la sociedad.
Luego de haber realizado un
trazo panorámico sobre la persona y la fecunda obra de Hostos, sobre todo
puntualizando aquellos aspectos que conciernen de algún modo al el Caribe,
podemos señalar que, Hostos fue sin lugar a dudas, el pensador con mayor
proyección que produjo Puerto Rico durante el siglo XIX.
Cuando desde el siglo XXI hacemos una mirada retrospectiva, y valoramos la
aportación hostosiana, podemos decir, que su ideal antillano no tan solo
produjo frutos en las Antillas caribeñas amadas por él, sino que su gesta caló
profundamente en las otras patrias latino americanas, desde donde trabajó sin
cesar para alcanzar el fin soñado. Esa proyección fue el resultado de una gran
erudición, tanto en las artes como en las ciencias, en la ética como en la
estética. Es importante destacar, que ese caudal de conocimientos estuvo
siempre acompañado de un claro imperativo moral, que lo conminaba en cada
ocasión y en cualquier escenario en que estuviera, a reclamar derechos, sobre
todo para los sectores más desamparados y del cumplimiento estricto del deber
individual y colectivo.
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Para ampliar
los datos biográficos puede referirse a la “Cronología de Eugenio María de
Hostos (1839-1903)” En: Julio César López. Hostos:
sentido y proyección de su obra en América. Instituto de Estudios
Hostosianos. Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1995. pp.
XIX-XXIII.
Roberto Gutiérrez Laboy. Pensar y entender a Hostos. San Juan:
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Carmen Duran de
Avelino García. Eugenio María de Hostos, vigencia y proyección del
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(1873).” En: Ruiz Pérez, Sonia. Eugenio
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