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jueves, 27 de junio de 2013

Padre Juan Vicente Rafael Rivera Viera (1884-1953)


CONMEMORACIÓN DEL SESENTA ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO

JUAN VICENTE RAFAEL RIVERA VIERA (1884-1953)

 
 
Padre Rivera
                                                                                                    
 
Este próximo viernes 28 de junio de 2013 se cumplen 60 años del fallecimiento de Juan Vicente Rafael Rivera Viera. Sacerdote puertorriqueño, mejor conocido como Padre Rivera, nació en Yauco el 27 de enero de 1884 y falleció en Humacao el 28 de junio de 1953.
 
Padre Rivera, llegó a Humacao hacia el 1922. Impactó profundamente la región oriental de la Isla durante la primera mitad del siglo XX, especialmente la ciudad de Humacao, en la que vivió por un periodo de 31 años, entregándose enteramente a la tarea pastoral. Fue un sacerdote ejemplar que vivió intensamente la caridad pastoral dedicando toda su vida al servicio de todos los hombres y mujeres de buena voluntad perteneciente a todos los sectores sociales.
 
Fue un gran intelectual, poeta, escritor, orador y distinguido predicador. Publicó varios libros, entre los que se distinguen Carmina Sacra (Barcelona: 1924) y Carmina Amaritudinis (1925). En él, influyeron literatos modernistas, tales como Rubén Darío y José de Diego. En la dimensión espiritual del devoto sacerdote, influenciaron los clásicos de espiritualidad cristiana de Santa Teresa de Ávila y de San Juan de la Cruz, ambos del siglo de oro español. Publicó también, en varios periódicos y revistas regionales, tales como La tempestad y EL registro colonial. Además, dirigió desde 1923 la publicación del Almanaque de Humacao, en el que insignes intelectuales de la región oriental escribieron importantes artículos que aportaron significativamente al desarrollo socio-cultural de la zona este. Entre sus amigos y allegados se encuentran personalidades como Águedo Mojíca, José Ferrer Canales, Juan Peña Reyes, Marina Molina, Rafael “El Indio” Fábery, Cruz Ortiz Stella y Antonio Agripino Roig entre otros. (Santiago Maunez Vizcarrondo. Obra literaria del Padre Rivera. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1988.) (“El Oriental”. Versión digital del 27 de enero de 2010 recuperado en: http://issuu.com/regionaldigital.com/docs/1616)

Antes de su muerte, ya muchos elogiaban la persona del Padre Rivera. Su amigo José Ferrer Canales escribió en el Almanaque de Humacao correspondiente al año 1948: “Lo primero que impresiona en el reverendo Padre Juan Rivera Viera es la vastedad de su cultura, su saber enciclopédico, su visión ecuménica. El daría su imagen para salvar al hombre de la crisis de hoy, al hombre en progresivo proceso de desintegración. Más de una vez se ha proclamado la necesidad de retornar al ideal renacentista de hombre íntegro y universal, con interés científico, con preocupación cívica profunda, capaz de emocionarse frente a una flor, un paisaje, una estatua armoniosa, una sonata o una sinfonía, el tipo humano que encarna perfectamente el Padre Rivera. […] Decía el profesor Federico de Onís que solo es digno de llamarse maestro quien haya sido capaz de darnos una lección de amor. Si el Padre Rivera nos ha dado tantas lecciones de claro amor, si es ingeniero de caminos de otros, si es educador en la iglesia y fuera de la tribuna y la sacristía, si ha servido a los padres y a los hijos de Humacao por veinticinco años, es él un verdadero maestro, un escultor de conciencias y de almas” (José Ferrer Canales. Visión Ecuménica y sentido de Patria en Juan Rivera Viera. En: “El Piloto”, 11 de julio de 1953, pág. 2).
 
En un editorial que publicó el periódico El Imparcial, con motivo del nombramiento del Padre Rivera como capellán penitenciario, se escribió: “¿Para qué decir, si todo el mundo tiene el deber de saberlo, que el Padre Rivera es uno de nuestro hombres más eminentes? El gran literato, poeta y políglota es una de las legítimas glorias puertorriqueñas del presente. Puerto Rico estará siempre orgulloso de haber tenido un hijo tan ilustre y tan modesto y sencillo…” (“El Imparcial”, 22 de octubre de 1950).
 
El 30 de junio de 1953, se celebró la misa exequial en el templo parroquial Dulce Nombre de Jesús en Humacao. Su entierro se verificó en el cementerio público. Allí, más que todas las palabras que se pudieran decir, su entierro le manifestó al pueblo puertorriqueño lo que el Padre Rivera significó en la ciudad de Humacao. Allí estuvieron sus amigos y feligreses del pueblo y de los barrios. También, asistió el Obispo de San Juan y representante del Obispo de Ponce, sacerdotes diocesanos y religiosos, el Gobernador de Puerto Rico y varios funcionarios gubernamentales vinieron a darle el último adiós al eminente puertorriqueño (“EL Piloto”, 11 de julio de 1953, pág. 1). Sus restos actualmente desde 1989, reposan en un nicho en la Concatedral Dulce Nombre De Jesús, según fuese su deseo.
 
Las jóvenes generaciones deben conocer la persona y el legado del Padre Rivera, sobre todo la juventud de la zona oriental de la Isla, en especial los de Humacao. Deben conocer porqué un complejo de vivienda pública, escuelas y calles llevan su nombre hoy día en la Ciudad de Humacao. El Padre Rivera, además de un gran intelectual y padre espiritual, fue un hombre de pueblo que promovió las sanas relaciones en los diferentes ambientes: religiosos, académicos, culturales, políticos, sociales y deportivos. Dejó un gran legado en letras publicadas y en el Almanaque de Humacao, fuente documental que debe ser estudiada para conocer la historia de la ciudad que recibe al sol diariamente para iluminar toda la Isla. Mantengamos viva la memoria de personas que contribuyeron a la historia de Puerto Rico y a la formación espiritual y cultural de nuestro pueblo. No podemos olvidar al Padre Rivera.
 


CODICILO
Por el Padre Juan Rivera Viera
 
Cuando yo muera, hermana, no me hagas
velorio en el hogar:
he oído y presenciado en tales sitios
tantas cosas indignas de contar…
Tú, llévame a la iglesia
y en un rincón humilde
bien cerca del altar
mayor,
ponme a descansar…
y por la mañanita,
cuando el alba comience a puntear,
una misa rezada
mándame a celebrar;
y enseguida, antes que amanezca
llévame a la necrópolis, sin más
alboroto y boato que tres o cuatro amigos
(si los hay)
los necesarios
el féretro a cargar,
y entiérrame en la tierra
(mejor fuera del mar; )
y sobre mí, envuelto en mi bandera,
la cruz como un ángel guardian…
Reza mucho por mí, hermana mía,
con palabras y obras,
¡que pronto, pronto nos volvamos a encontrar!


 

(Fragmento del original. “Almanaque de Humacao” (1944). En: “El Piloto”, 11 de julio de 1953, pág. 4)
 
 
 
 
 
 

sábado, 22 de junio de 2013

¿Quiénes son los cristianos?
 
12mo Domingo del Tiempo Ordinario
23 de junio de 2013
 
¿Quiénes son los cristianos?  ¿Quién se atreve a realizarle esta pregunta a un pobre, huérfano, exiliado, hambriento y moribundo? ¿Quién se atreve a realizarle esta pregunta a un matrimonio que no puede tener hijos, que han perdido el trabajo o se están pasando por el proceso de divorcio? ¿Quién se atreve a realzarle esta pregunta a un paciente mental, renal,  cáncer o en cualquier condición terminal?
Si me hacen la pregunta, respondería que los cristianos son los que han reconocido que Jesús es el Mesías, que han acogido su mensaje liberador de amor y que han tomado su cruz (realidad humana que exige mucho para que el ser humano sea levantado) cada día y lo siguen.
Quizás, para usted y para mí, sea bien fácil responder a la pregunta que Jesús hace a sus discípulos. Pero no sabemos lo que el otro (próximo) puede responder a partir de la realidad que vive. Quizás, para usted y para mí, sea bien fácil responder a las preguntas que les hago al inicio de esta reflexión. Pero no sabemos lo que el otro (próximo) puede responder a partir de la realidad que vive.
Si aquellos, pobres, enfermos, huérfanos, desempleados, divorciados, etc.; pueden responder a la pregunta de Jesús, entonces han vivido y comprendido el mensaje de amor de Jesús. No hay dudas. Pero si al contrario, no pueden responder a la pregunta sobre quiénes son los cristianos, entonces no nos conocen. Significa que no estamos viviendo y haciendo lo que es propio de un cristiano.
¿Cómo te sentirías si alguien pregunta sobre los cristianos y ningún pobre, enfermo, huérfano, desempleado, divorciado, etc. puede responder?
 
 
Evangelio de Jesús según san Lucas 9, 18-24:
 
Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho.
 
            Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos contestaron: "Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Pedro tomó la palabra y dijo: "El Mesías de Dios." Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día." Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará."
 
 
 
 
 

viernes, 21 de junio de 2013

Eugenio María de Hostos y Bonilla
(Mayagüez el 11 de enero de 1839 – San Domingo 11 de agosto de 1903)

El caribeño intelectual, educador, filósofo, sociólogo y escritor puertorriqueño, Don Eugenio María de Hostos y Bonilla, luchó por la emancipación de Puerto Rico y la hermana isla de Cuba, promovió la unidad y la educación de las Antillas y de toda Latinoamérica. Nació el 11 de enero de 1839 en el barrio Río Cañas de la ciudad de Mayagüez al oeste de la isla de Puerto Rico y falleció el 11 de agosto de 1903 en su residencia de Las Marías, ubicada en la Avenida Independencia, ciudad de Santo Domingo en la República Dominicana.[1]
Su obra se desplegó más allá de las fronteras del Caribe. Sus raíces caribeñas nos pueden ayudar a comprender las razones por las cuales Hostos pudo proceder con su trabajo itinerante en distintas partes del continente americano a favor de la causa antillana sin sentirse lejos de su tierra ni extranjero en los países hermanos. Antonio S. Pedreira, quien nos los presenta como el “Ciudadano de América” nos dice al respecto:
 
“Una veloz ojeada a su biografía nos mostrara la dificultad aludida: nació en Puerto Rico, hijo de padres puertorriqueños y nieto de abuela dominicana y abuelo cubano; fue a educarse en España; sirvió en Nueva York a la Junta Revolucionaria; fue periodista en Brasil, Colombia, Perú, Chile Y argentina: se caso en Caracas con una cubana; educo su familia en Santo Domingo y en Chile; fue conspirador en Saint Thomas y murió en la Ciudad Primada de Santo Domingo.”[2]
 
Hostos realizó sus estudios primarios en el Liceo de San Juan. Posteriormente, en 1852, es enviado por sus padres a Bilbao, España, en cuyo Instituto de Segunda Enseñanza obtuvo el bachillerato. Hacia el año de 1854 regresa a Puerto Rico y realiza el cuarto curso de Latinidad en el Seminario San Idelfonso en San Juan, el cual terminó en 1855. Luego se trasladó a Madrid a continuar sus estudios y en 1858 ingresa a la Universidad Central,  (la hoy llamada Complutense), en donde se matricula en las facultades de Derecho y Filosofía y Letras. Allí, tendrá como profesor a Julián Sanz del Río, el ilustre filósofo que introduce y promueve el krausismo en España, doctrina que también va a influenciar el pensamiento de Hostos.[3] En este periodo, Hostos adquiere la información con la que amplía sus conocimientos, estrategias y destrezas que luego utilizó para desarrollar todo su pensamiento y su obra en América. De alguna manera, más allá de los conocimientos académicos que recibió en la madre patria, la experiencia en los debates, los intercambios de ideas y las luchas políticas de entonces, forjaron su gran deseo de realizar lo propio en el Caribe antillano. Sus compañeros de estudios en Madrid fueron los que más adelante se destacaron como los máximos intelectuales y políticos de la España del decimonónico. Sobre esta etapa de estudiante joven e idealista, Antonio S. Pedreira, quien ha escrito su más importante y destacada biografía, nos dice al respecto:
 
“Eugenio de Hostos, compañero y amigo de aquella brillante juventud española que contaba entre sus hijos más preclaros a Giner de los Ríos, Salmerón, Azcarate, Castelar, Pi y Margall, Ruiz Zorrilla, Valera, Leopoldo Alas, y otros, sostuvo con tesonero entusiasmo las ideas liberales de esa época, y con su pluma y su palabra ayudó eficazmente al triunfo de los principios republicanos.[4]
 
Hostos no concluye su carrera académica en Madrid, de hecho, nunca la concluye. Él mismo expresó que se había desilusionado con los métodos pedagógicos de la época. Si es así, entonces podemos entender su interés por desarrollar su pedagogía, la cual introduce en varios hermanos países, entre ellos, República Dominicana. Sin embargo, se ha dicho también, que no terminó sus estudios porque no quería recibir un título universitario de un gobierno monárquico.[5] He aquí, su otro dilema, el sistema monárquico, contra el cual combatió intelectualmente. En cuanto a esta lucha, nos dice Pedreira, que la misma no era contra la madre patria, sino contra la monarquía española. A esta causa, el prócer puertorriqueño colabora con numerosos artículos que se publicaron en numerosos periódicos catalanes y madrileños. Cerca de estas fechas, Hostos se da a conocer por su gran liderazgo y potencial intelectual. El filósofo caribeño había decidido participar de la campaña republicana española porque había acordado con los dirigentes políticos peninsulares que una vez se estableciera el gobierno republicano, se le otorgaría la autonomía a Puerto Rico y Cuba. No obstante, las promesas no se cumplen cuando triunfa la causa republicana en 1868. Para recompensarlo le ofrecen la gobernación de Barcelona, oferta que rechaza para regresar a América, porque entiende que desde allí no puede lograr su anhelado sueño de libertad para todas las Antillas caribeñas e hispánicas.[6] 
Estando todavía en España, antes de la contienda por la causa republicana, en 1863, Hostos publica su primera obra de trascendencia, La peregrinación de Bayoán, con la que se dio a conocer entre los intelectuales, políticos y filósofos. La novela romántica de fondo socio-político, divulga el problema político de las Antillas. Él mismo la define “como un grito sofocado de independencia por donde empecé mi vida pública”[7]. Escrita en forma de diario, es poética, emotiva y comprometida con la realidad de las colonias españolas en América, cosa que naturalmente, no le agradó al gobierno de la monarquía de Isabel II. Los personajes de la novela son simbólicos: Bayoán, el protagonista, representa a Puerto Rico, Marién a Cuba y Guarionex a Santo Domingo. Bayoán lleva a cabo una peregrinación patriótica similar a la de Hostos en la vida real. La trama de la novela, que trata de las relaciones amorosas entre Marién y Bayoán, nos muestran la intención política que quiere comunicar la obra literaria. Marién muere en España y Bayoán regresa a América para seguir luchando por la libertad de su patria. La novela cargada de simbolismos, nos comunica con claridad su itinerario de trabajo, como un anuncio o presagio, de lo que luego Hostos trabajará en su peregrinación por toda América proyectando a todos sus grandes pasiones para el Caribe. En cuanto a sus grandes pasiones, necesariamente hay que señalar: la libertad de las Antillas, la igualdad de los seres humanos indicando que “el hombre no deja de ser hombre por ser de color claro u oscuro”[8], la emancipación de la mujer[9], la educación y la Confederación de las Antillas.[10] Es en definitiva, un trabajo desde América Latina para el Caribe y en ocasiones desde el mismo Caribe.
Teniendo claro Hostos su propósito de lucha y habiendo realizado una opción radical por sus ideales, emprende su propaganda de libertad y justicia por casi toda América, la cual va a verse reflejada en toda su gran obra filosófica, moral, social, pedagógica, literaria, política y de derecho. Hostos nos expresa la razón de ser de tal acaudalado trabajo en el prólogo de La peregrinación de Bayoán: 
 
“El problema de la patria y de la libertad, el problema de la gloria y el amor, el ideal del matrimonio y de la familia, el ideal del progreso humano y del perfeccionamiento individual, la noción de la verdad y la justicia, la noción de la virtud personal y del bien universal, no eran para mi meros estímulos intelectuales y afectivos; eran el resultado de toda la actividad de mi razón, de mi corazón y de mi voluntad; eran mi vida.”[11]
 
En las Antillas son muchos los acontecimientos y los testimonios que evidencian la gesta de Hostos. Lo podemos encontrar de isla en isla apoyando, instruyendo, debatiendo, luchando con las armas de sus escritos y la educación, aunque no siempre fue así. En algún momento pensó que el fusil era el medio para alcanzar la libertad de Cuba y Puerto Rico. Este deseo de libertad para las dos Antillas, lo llevó a conspirar y junto al general Aguilera y nueve hombres se lanzan el 29 de abril de 1875 en una expedición revolucionaria hacia Cuba, que al casi naufragar luego de tres días, fracasaron. Luego de la fracasada gesta, se dirige al sur, “escoltado de fracasos, incomprendido y solo, cruzó la calle de la amargura, camino del destierro”[12]. Es en este momento en que deja atrás las armas y se convierte en periodista y en educador sin precedentes en América; “cambia la toga por la espada”[13]. A partir de este momento se dirige a Santo Domingo y luego a Chile en periodos similares (1878-1898), consagrando su trabajo a la educación porque entendía que la educación redimiría a América. Se convierte en el apóstol de los débiles y de las mujeres, propagandista consecuente de la libertad de las Antillas.[14]
En República Dominicana, Hostos fue ante todo educador y político. Fundó escuelas y desarrolló un sistema educativo sin precedentes. Hostos fue el maestro que introdujo la racionalidad en la enseñanza y revolucionó una escuela estéril por el dogmatismo religioso y su memorización acrítica. Muchos dominicanos académicos y conocedores de la obra hostosiana dan testimonio de la aportación de Hostos en su patria. Nos expresa la Profesora Carmen Duran:
 
“El fue el apóstol de la verdad y la ciencia, de la moral que ensañaba más con el ejemplo que con la difundida ciencia que hacia luz en el desierto de la Ignorancia”[15]
 
Juan Bosch da inicio a su trabajo titulado Hostos, el sembrador con una frase del combatiente y padre de la patria dominicana, Máximo Gómez, que muy bien puede recoger el sentimiento colectivo de los dominicanos con respecto a la gesta de Hostos en Quisqueya:
 
“Los dominicanos, que quizás tengamos muchos defectos, pero no somos ingratos…, escribirán la historia, ellos mejor que nadie, de la vida de aquel hombre ilustre, cuyo recuerdo no olvidaremos nunca.”[16]
 
Otros espacios en el Caribe sirvieron de escenario para los trabajos de Hostos. En Cartagena, la costa colombiana que se empapa con las aguas del Mar Caribe, se sintió como en casa. Murallas, fortalezas, aires tropicales en los que  encontró una tierra propicia para pensar e idear la unión latinoamericana que también Bolívar en esa misma tierra soñó. En su camino hacia el Perú, tuvo que pasar primero por Panamá, tierra agradable con doble mirada; el Caribe y el Pacifico. Allí Hostos, no tan solo contempló por vez primera el otro océano tranquilo, sino que pudo conocer la realidad de los emigrantes y extranjeros transeúntes peruanos, costarricenses, hondureños, venezolanos, etc. Estando ya en Perú, da forma definitiva a su trabajo sociológico, y podemos encontrar en sus apuntes lo siguiente:
 
“La población era un verdadero laboratorio de química social: blancos, cobrizos, negros, todos los matices de esas tres razas principales, todas las combinaciones definidas e identificadas, todos los caracteres fisonómicos, todas las revelaciones exteriores del origen étnico…., anunciaban la extensa e intensa elaboración de todos aquellos elementos combinados para producir un solo tipo de población.”[17]
 
En Chile, además de toda la labor de desarrollo pedagógico y docente, Hostos realiza una de las aportaciones más significativas al tema de género en el continente suramericano del decimonónico.[18] Podemos atrevernos a decir que rompió con los paradigmas de la época y se adelantó por mucho a las luchas que se combatieron en la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos de Norteamérica. Se trata de la conferencia que dictó sobre la educación científica de la mujer.[19] En dicho ensayo, apela a la igualdad de capacidad racional que tiene el hombre y la mujer.
“La razón no tiene sexo, y es la misma facultad con sus mismas operaciones y funciones en el hombre y la mujer. Por tanto, si el hombre puede llegar por el ejercicio de la razón al conocimiento de la verdad, la mujer puede también. Por lo tanto, si el hombre es capaz de la educación científica, lo es también la mujer…”[20]
 
Naturalmente, el pronunciamiento público a los académicos e intelectuales de este ensayo en una conferencia, trajo como consecuencia el debate sobre la educación de la mujer en América y abrió las puertas a los esfuerzos posteriores sobre el particular. Para algunos, ésta es otra manifestación de la justicia social hostosiana.[21] De este modo, la educación de avanzada y diversos esfuerzos por lograr la equidad y reconocimiento social de la mujer serán las fuerzas que moverán la maquinaria para elaboración de textos hostosianos, dedicados a la emancipación femenina. Esto no tan solo se da en el contexto de su estancia en Chile, sino que Hostos lleva posteriormente estas ideas, ya maduras, a la realidad dominicana cuando es llamado a desarrollar un sistema educativo nacional.[22]
En Caracas Venezuela inicia su labor como maestro.[23] Fue en Venezuela donde, además de trabajar como maestro director del colegio, escribir artículos y pronunciar discursos a favor de las Antillas; encontró el amor. Inda desentrañó sin saberlo, los más puros sentimientos de amor del hombre ya maduro, de carácter fuerte, viril y al vez de refinada sensibilidad. Hostos contrajo matrimonio con Belinda Otilia de Ayala el 9 de julio de 1877 a los treinta y ocho años de edad.
Estando en Venezuela recibe la noticia del Pacto de Zanjón que puso fin a la Guerra de los Diez Años en Cuba. Hostos decide embarcar rumbo a Saint Thomas en 1978, en donde al llegar el 7 de abril, se reúne con el general cubano Vidente García para concertar al respecto.
Nueva York es el punto de encuentro y de intercambio con pensadores y políticos que junto a él compartían los mismos ideales y luchaban por las mismas causas. Era el lugar que acogía en el exilio a muchos que con sus recursos e ideas apoyaban y aportaban a la causa. Desde allí se idealizaba, se discutía, se debatía, se escribía y se publicaba. Allí se organizaban y se fundaban grupos y organismos para dar frente a la lucha por la libertad y la justicia.
Cuando nos acercamos a la producción intelectual hostosiana, no es difícil percatarnos que el pensador puertorriqueño poseía una mente privilegiada con unos conocimientos cuan enciclopédicos, con los que abordó prácticamente cada aspecto del saber humano. Sus obras escritas y publicadas, ciertamente superan todos los tomos superando a grandes hombres de la humanidad. Hemos heredado trabajos de geografía, la gramática y su historia, el derecho (penal y constitucional), historia occidental y oriental, psicología, sociología, pedagogía, filosofía (lógica y ética) y literatura (poesía, teatro, novela, cuento, ensayo y oratoria). Estos son algunos de los temas a los que Hostos le dedicó profunda reflexión, de los cuales muchos de ellos tienen gran vigencia hoy día.[24] Por ejemplo, sus obras de moral, sociología y de derecho constitucional resuenan aun en nuestros tiempos y son fuentes de referencias primarias en muchas facultades e investigadores de América y del Caribe. Podemos mencionar cinco aspectos de sus doctrinas que tienen mucha vigencia en la discusión actual, según una conferencia dictada hace un par de años con motivo de la pertinencia del pensamiento hostosiano en el siglo XXI: el derecho constitucional, las autonomías del ser humano, los derecho inalienables, el principio de las minorías y el principio del deber social y moral.[25]
Precisamente, su afán por la labor política y pedagógica, arrojó luz a sus más mínimas preocupaciones epistémicas. Sin embargo, precisamente, su interés por la consecución de la emancipación política y económica de Puerto Rico y Cuba, además de sus luchas en contra de la injusticia social que encontraba en cada una de las naciones latinoamericanas que visitó, le apartaron del tiempo necesario para ampliar, aun más, esos intereses intelectuales.[26]
Como educador, Hostos también cultivó la disciplina histórica. Como sociólogo, fue un crítico de obras históricas estableciendo que la Sociología es una ciencia que resulta de un amplio trabajo de inducción y deducción histórica. La historia crítica es aquella que establece relaciones de causa y efecto y establece la verdad de los hechos en el tiempo y en el espacio. Un poco de esto queda plasmado en su obra La peregrinación de Bayoán.[27] Además, aborda la historia desde el positivismo de Comte, puesto que Hostos entiende que la filosofía histórica encaja muy bien en el positivismo latinoamericano.[28] Como podemos descubrir, Hostos se empapa de la filosofía contemporánea europea y de las nuevas ciencias sociales que están surgiendo como una respuesta para una mayor comprensión del ser humano moderno.[29] Este aspecto es muy importante para Hostos porque le ayuda a legitimizar su tarea de forjar conciencias para la dignidad y la libertad, señalando los acontecimientos que han mantenido oprimido al pueblo caribeño desde que se inició la conquista en el siglo XV hasta los acontecimientos del 1898. En cuanto al tema de la invasión norteamericana de 1898, Hostos inmediatamente reacciona y empuña la bandera de la defensa y de la lucha de la patria. Muchos critican su regreso apologético, pero también muchos aseguran que pocos hombres en Puerto Rico durante el decimonónico, conocían tan bien los problemas políticos, sociales y educativos de Puerto Rico, a pesar de haber estado treinta y cinco años (1863-1898) ausente de su patria.[30]
En cuanto a su quehacer literario, su producción es amplia en número y diversa en sus géneros. Su crítica literaria, matizada por su reflexión multidisciplinaria, aborda obras de diferentes épocas. Al igual que con otras disciplinas, su crítica literaria la gran mayoría de las veces está en función de una mayor comprensión para enriquecer su trabajo pedagógico. Los trabajos que se han realizado sobre este tema, demuestran su particular tratamiento a este arte. Para Hostos el arte es una de los formas de interpretar la realidad, “porque la realidad es el campo de lo bello, y en esa operación el artista provoca y facilita la observación y el examen del aspecto de las propiedades externas de las cosas”[31], sin embargo, como arte es una obra humana y el artista tiene una función moral favorable al bien del individuo y de la sociedad.[32]
Luego de haber realizado un trazo panorámico sobre la persona y la fecunda obra de Hostos, sobre todo puntualizando aquellos aspectos que conciernen de algún modo al el Caribe, podemos señalar que, Hostos fue sin lugar a dudas, el pensador con mayor proyección que produjo Puerto Rico durante el siglo XIX.[33] Cuando desde el siglo XXI hacemos una mirada retrospectiva, y valoramos la aportación hostosiana, podemos decir, que su ideal antillano no tan solo produjo frutos en las Antillas caribeñas amadas por él, sino que su gesta caló profundamente en las otras patrias latino americanas, desde donde trabajó sin cesar para alcanzar el fin soñado. Esa proyección fue el resultado de una gran erudición, tanto en las artes como en las ciencias, en la ética como en la estética. Es importante destacar, que ese caudal de conocimientos estuvo siempre acompañado de un claro imperativo moral, que lo conminaba en cada ocasión y en cualquier escenario en que estuviera, a reclamar derechos, sobre todo para los sectores más desamparados y del cumplimiento estricto del deber individual y colectivo.[34]

 
BIBLIOGRAFĺA
 
Auffant Vázquez, Vivian. Memoria: Simposio pertenencia del pensamiento de Eugenio María de Hostos en el siglo XXI. Río Piedras: Publicaciones Gaviota, 2011.
 
Bosch, Juan. Hostos, el sembrador. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1976.
 
Ferrer Canales, José. Martí y Hostos. Instituto de Estudios Hostosianos. Río Piedras: 1990.
 
Gutiérrez Laboy, Roberto. Pensar y entender a Hostos. San Juan: Ediciones SITUM, 2009.
 
Hostos y Bonilla, Eugenio María de. “Moral Social”. En Fernández Méndez, Eugenio. El pensamiento social de Eugenio María de Hostos. Madrid: Archipiélago, 1965.
_______. Obras Completas, Vol. VIII: La peregrinación de Bayoán. Edición Conmemorativa del Gobierno de Puerto Rico, Cultural, S.A.: La Habana, 1939.
 
López, Julio C. Hostos: sentido y proyección de su obra en América. Instituto de Estudios Hostosianos. Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1995.
 
 
Lugo Guernelli, Adelaida. Eugenio María de Hostos: Ensayista y crítico literario. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1970.
 
Pedreira, Antonio S. Hostos. Ciudadano de América. Río Piedras: Editorial Edil, 1976.
 
Perez, Roberto. “La mujer en América Latina. Eugenio María de Hostos y la revaloración de la Mujer (1873).” En Ruiz Pérez, Sonia. Eugenio María de Hostos: educador puertorriqueño en Chile. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2006.
 
 
Ricardo, Yolanda. Hostos y la mujer. Río Piedras: Publicaciones Gaviota, 2011.
 

[1] Para ampliar los datos biográficos puede referirse a la “Cronología de Eugenio María de Hostos (1839-1903)” En: Julio César López. Hostos: sentido y proyección de su obra en América. Instituto de Estudios Hostosianos. Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1995. pp. XIX-XXIII.
[2] Antonio S. Pedreira. Ciudadano de América.  Río Piedras: Editorial Edil, 1976. pp. 10-11.
[3] Roberto Gutiérrez Laboy. Pensar y entender a Hostos. San Juan: Ediciones SITUM, 2009. pp. 10.
[4] Pedreira, 1976, pp. 8.
[5] Gutiérrez, 2009, p. 11.
[6] Ibid.
[7] Pedreira, 1976, p. 46.
[8] José Ferrer Canales. Martí y Hostos. Instituto de Estudios Hostosianos, Río Piedras, 1990. p. 40.
[9] Educación científica de la mujer
[10] Pedreira, 1976, pp. 45-52.
[11] Eugenio María de Hostos y Bonilla. Obras Completas, Vol. VIII: La peregrinación de Bayoán. Edición Conmemorativa del Gobierno de Puerto Rico, Cultural, S.A.: La Habana, 1939. p. 6.
[12] Pedreira, 1976, p. 74.
[13] Ibid.
[14] Lic. Héctor Luis Acevedo. “Hostos, la conciencia del deber y el deber de la conciencia”. En: Auffant Vázquez, Vivian. Memoria: Simposio pertenencia del pensamiento de Eugenio María de Hostos en el siglo XXI. Río Piedras: Publicaciones Gaviota, 2011. p. 70.
[15] Carmen Duran de Avelino García. Eugenio María de Hostos, vigencia y proyección del antillanismo. En: López, Julio C. Hostos: sentido y proyección de su obra en América. Instituto de Estudios Hostosianos. Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1995. pp. 5-10.
[16] Juan Bosch. Hostos, el sembrador. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1976. p. 11.
[17] Eugenio María de Hostos y Bonilla. Obras Completas, Vol. VI: Mi viaje al sur. Edición Conmemorativa del Gobierno de Puerto Rico, Cultural, S.A.: La Habana, 1939. pp. 287.
[18] Pérez, Roberto. “La mujer en América Latina. Eugenio María de Hostos y la revaloración de la Mujer (1873).” En: Ruiz Pérez, Sonia. Eugenio María de Hostos: educador puertorriqueño en Chile. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2006. pp. 29-53.
[19] Yolanda Ricardo. Hostos y la mujer. Río Piedras: Publicaciones Gaviota, 2011. pp. 143-179.
[20] Hostos. “Educación científica de la mujer.” En: Yolanda Ricardo, 2011, p. 172.
[21] Yolanda Ricardo, 2011, pp. 25-36.
[22] Ibid. p. 17.
[23] Pedreira, 1976, p. 114.
[24] Gutiérrez, 2009, p. 21.
[25] Lic. Héctor Luis Acevedo. “Hostos, la conciencia del deber y el deber de la conciencia”. En: Auffant Vázquez, Vivian, 2011, pp. 67-79.
[26] Gutiérrez, 2009, p. 21.
[27] Pedreira, 1976, p. 155.
[28] Carlos Rojas Osorio. “El concepto de la historia en Eugenio María de Hostos.” En López, Julio C. Hostos: sentido y proyección de su obra en América. Instituto de Estudios Hostosianos. Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1995. pp. 385-402.
[29] Pedreira, 1976, pp. 171-190.
[30] Pedreira, 1976, p. 77.
[31] Eugenio María de Hostos y Bonilla. Obras Completas, Vol. XVI: Critica. Edición Conmemorativa del Gobierno de Puerto Rico, Cultural, S.A.: La Habana, 1939. p. 254.
[32] Lugo Guernelli, Adelaida. Eugenio María de Hostos: Ensayista y crítico literario. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1970. pp. 38-50.
[33] Juan Mari Brás. Pertinencia del pensamiento de Eugenio María de Hostos en el Siglo XXI. En: Auffant Vázquez, Vivian, 2011. p. 17.
[34] Ibid.