No por mucho madrugar… amanece más temprano;
Pero al que madruga… Dios le ayuda.
Domingo 21 del Tiempo Ordinario
Todos los días el sol se levanta para clarear el nuevo día y
brilla para todos. Algunas personas salen a la calle al despuntar el alba y
abandonando sus hogares se disponen a trabajar para poder sentarse a la mesa y
disfrutar del banquete. No obstante, otros deciden no salir de sus hogares,
refugios, cuevas o guaridas. Para quienes trabajan brilla el sol y para quienes
permanecen inertes no brilla el sol.
El mensaje que nos presenta Jesús con su enseñanza en el
evangelio del día de hoy está muy claro. No se trata de realizar nada
extraordinario ni difícil de comprender. Tampoco excede las capacidades y
potencialidades de la propia naturaleza humana. Hacer lo que hay que hacer y si es posible esforzarse
para sobrepasar la meta.
No olvidemos que toda la humanidad está invitada y que no tenemos
exclusividad ni posibilidad de espacios reservados. El puesto en la mesa del
reino de Dios siempre estará disponible para los que, sin hacer alarde del don
que han recibido, lo han puesto con toda humildad, al servicio de los demás. Esto
cualifica a los que van a entrar a participar del gran banquete. Allí se le
sirve a todos (los de sur, este, norte y oeste) una vastedad de amor y eternidad.
Evangelio
Del evangelio según san Lucas (13,22-30):
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría
ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se
salven?»
Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha.
Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se
levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta,
diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes
sois." Entonces comenzaréis a decir. "Hemos comido y bebido contigo,
y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé
quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el
rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, lsaac y Jacob y a todos los
profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de
oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino
de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»
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