Sobre el Profeta Ezequiel




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Puerto Rico.

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lunes, 2 de diciembre de 2013


Breve análisis sobre nuestra sociedad actual:

Cuando le damos una mirada responsable a la realidad social de nuestro país, no es muy difícil poder identificar algunos de los problemas que han llevado a la misma a una profunda crisis. En Puerto Rico, el asunto económico, es un tema obligado, sin embargo desde mi perspectiva, no es el que dinamiza toda la actividad delictiva, de corrupción, de violencia, de indiferencia y otras. En la médula de la crisis, está sin duda el desvanecimiento de la jerarquía de valores que pueden ayudar a mitigar, lidiar y hasta neutralizar el asunto económico entre otros. ¿Qué valores? En términos generales, los valores por los que una sociedad ha optado. Los que sean, pero valores, ordenados al correcto funcionamiento social. Nuestra patria, en un periodo histórico se formó en unos valores y seleccionó una serie de valores, que han sido sofocados por la situación colonial en la que nos enfrascaron. Ahora, en mi reflexión, pienso que la falta de un proyecto de país, la falta de una clara identidad nacional de la cual todos se sientan identificados, la falta de un horizonte que nos apunte a un futuro maduro ideológico y políticamente claro, el anhelo de vivir socialmente lo que no somos y los consecuentes engaños por parte de muchos de los dirigentes del gobierno, han provocado el colapso social.

La falta de un orden en la comprensión de los axiomas que deben guiar nuestra libertad en la actualidad, da origen a la gran mayoría de los temas-problemas, sobre los cuales he analizado y reflexionado. Algunos de ellos son: el crimen, el narcotráfico, la educación y la justicia.

En la actualidad, hay especialistas y estudiosos que establecen que la criminalidad en Puerto Rico es el problema público más grave que tenemos que atender. Sin embargo, las estadísticas nos comunican que el principal problema de salud pública, es la salud mental. No sé, si en algo esto repercute en la actividad delictiva. No obstante, el crimen tiene muchos componentes. Por un lado, es producto de una empresa criminal multimillonaria que controla el narcotráfico y la entrada ilegal de armas y otros artículos. Por otro lado, es incentivado por un marcado de desempleo que convierte a los puertorriqueños en presa fácil para ser convencidos de que la ilegalidad, paga sin pasar mucho trabajo. También, muchos están convencidos de que el éxito se alcanza beneficiándose mediante la intimidación y la violencia sobre el trabajo de quienes de manera responsable siguen las reglas de juego. Para un joven desertor escolar (en Puerto Rico el 40 % de todos los que ingresan a las escuelas no la terminan), es más atractivo vender en la esquina lo que un sector enfermo de la sociedad demanda, que sacrificarse en un curso técnico un par de años o en un bachillerato de cuatro a cinco años, para luego seguir pasando trabajo. Aquellos que aspiran a más, posiblemente tengan que salir del país porque la maestría y el doctorado no les sirven para nada en un escenario en el que la tasa de desempleo ronda el 21%.

Las diversas condiciones de sociales como la dependencia del estado o de los padres que trabajan, la deserción escolar como resultado de falta de retos, orientación adecuada o intervención a tiempo para fortalecer al individuo, la carencia de vivienda adecuada que muchas veces les lleva a vivir en medio de centros de narcotráfico o  violencia y la desintegración y desatención de la familia que ya no es alternativa de cohesión y desarrollo, hacen a nuestros jóvenes terreno fértil para la delincuencia.

Sobre la educación, tema que trabajé, analicé y presenté en la sala de clases, comparto una breve descripción sobre lo que es esencialmente la educación, más allá de los colores y del traqueteo con los fondo federales, que a nombre de la “No child left behind act”, se están cometiendo los más grandes crímenes en este país.

La educación es un derecho fundamental y universal, pero también es un deber personal, familiar y social. La educación se ejercita a través de la escolarización, de la preparación para una profesión, del descubrimiento de la propia vocación y de la formación permanente. Por medio de la educación el hombre adquiere cultura, se reconoce a sí mismo y se hace útil para los demás. Por educación habrá de entenderse aquella acción encaminada al desarrollo de los individuos como personas y para la integración en la sociedad, mediante la transmisión del patrimonio cultural de cada pueblo y de la humanidad. La educación ha de ser:


ü  Un proceso global e integrador de transmisión de conocimientos, de difusión de valores, de creación de actitudes y de ofrecimiento de sentido.

ü  Un proceso libre de alienaciones, de manipulaciones o de acaparamiento por parte de algún grupo social.

ü  Una tarea de toda la vida -aunque esté institucionalizada en torno a determinadas edades según un proceso evolutivo, permanente y personalizador.

 
La educación es un derecho inalienable de la persona para orientar de manera ordenada todas sus capacidades (físicas, morales, intelectuales, religiosas, artísticas y sociales).

 
a) Es un derecho que exige libertad. Esa libertad comprende:

o   Libertad de elección del tipo de educación. Esa elección habrán de hacerla los padres, los tutores o los propios hijos, en su caso.

o   Libertad de creación de instituciones educativas.

o   Libertad de expresión e información para buscar la verdad. Asimismo, se exige libertad de conciencia, de creatividad, de pensamiento, de creencias y de ideología.

 
b) Es un derecho que exige igualdad:

o   Igualdad de protección jurídica en la creación de entidades y opciones educativas, evitando monopolios o dirigismos

o   Igualdad de oportunidades en el acceso a los bienes educativos y culturales, favoreciendo una justa distribución de los recursos.

o   El Estado debe garantizar la efectividad del principio de igualdad amparando jurídica y económicamente a los ciudadanos para que puedan ejercer su libertad de elección en su educación y enseñanza.


Finalmente, nuestra sociedad tiene que entender que la educación no es una responsabilidad exclusiva y absoluta del gobierno de una nación. La educación es un deber personal, una obligación familiar, social y una tarea pública. Es un deber personal en cuanto que, además de ser un derecho, la educación constituye un deber para la persona, el cual responde a la aspiración profunda de todo hombre de convertirse en protagonista y responsable de su crecimiento en humanidad. Es una obligación familiar, en cuanto que, la familia es la primera y mejor educadora, antes que la escuela y la sociedad. Los padres son los primeros responsables de la educación. Las demás instancias educativas son exclusivamente colaboradores de los padres en la educación formal. No se puede obstaculizar el derecho de la familia a elegir el tipo de educación para sus hijos. Es una obligación social y una tarea pública, en cuanto que, la sociedad debe garantizar el ejercicio real y efectivo de los derechos educativos, de conformidad con los principios de la solidaridad y la subsidiariedad. Mediante la solidaridad, cada ser humano contribuye con sus semejantes a la elevación cultural, profesional y educativa. Mediante la subsidiariedad, el Estado solamente está legitimado para actuar cuando las personas o los grupos sociales no ejerzan su función y libertad en el proceso educativo.

Otro aspecto que deseo reflexionar antes de concluir esta síntesis sobre algunos de los temas-problemas, sobre los cuales he analizado y reflexionado, es el asunto de la igualdad y la justicia. Nuestro pueblo tiende a confundir o a tratar indistintamente ambos conceptos. Muchas personas en nuestra sociedad hablan de justicia e igualdad como si se tratara del mismo asunto. Desde mi perspectiva, la apelación incorrecta a los dos conceptos aporta significativamente a la crisis, sobre todo, cuando algunos miembros de la sociedad desean vivir y tener lo mismo que tienen y viven otros. En términos de la dignidad de la persona y de los derechos inalienables del ser humano, hay que trabajar mucho y constantemente para defender la verdad, la justicia y la igualdad adecuadamente. Pero en términos de las cosas materiales, no podemos promover que la persona se mida por las pulgadas de la pantalla del televisor o por la marca del automóvil que posee. Con el propósito de provocar una reflexión sobre los conceptos igualdad y justicia, comparto una breve definición de cada uno de los dos términos mencionados.

Por igualdad se entiende la conformidad de dos o más objetos o cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad. Provocar la igualdad de condiciones para llegar a un buen arreglo. Se puede concebir además, como el trato idéntico entre todas las personas, más allá de razas, sexo, clase social y otras circunstancias diferenciadoras entre ciudadanos. Y en el estudio físico o matemático es la equivalencia de dos cantidades o expresiones.

No obstante, entendemos por justicia el arte de hacer lo justo, y de dar a cada uno lo correspondiente. Comúnmente se conoce como una de las virtudes cardinales. Se le denomina virtud cardinal, en cuanto que, sirve de base para sostener toda la vida moral a la se reducen todas las demás virtudes. Desde esta perspectiva, la justicia es la virtud que se inclina a dar a cada uno lo que le toca. Sus tres partes subjetivas son la justicia conmutativa, la legal y distributiva. Estas regulan respectivamente las relaciones ente los individuos armonizando lo propio y lo ajeno. La justicia, desde el punto de vista legal, es el conjunto de reglas y normas que establecen un marco adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones. La Justicia es ética, equidad y honradez.

La justicia no implica necesariamente igualdad. No a todos corresponde lo mismo, aun cuando todos en una sociedad poseemos la misma dignidad. Nuestra sociedad tiene que trascender y madurar para comprender la diferencia entre ambos conceptos y la aplicación o reclamación adecuada de ellos. La justicia comienza a vivirse con la verdad y la igualdad se realiza respetando la dignidad de la persona.






 

domingo, 17 de noviembre de 2013


Mirar con atención la solidez de nuestra experiencia cristiana
Domingo 33 del Tiempo Ordinario

 

Casi al final de la reflexión guiada por el año litúrgico, se nos hace una invitación a mirar con atención la solidez de nuestra experiencia cristiana. Evaluar el camino recorrido nos lleva a valorar los que hemos realizado correctamente y a fortalecer las debilidades de cara al próximo ciclo.

Luego de la mirada que hemos de realizar sobre nosotros mismos y de nosotros con respecto al mundo, Jesús nos recuerda: “Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.”

Acto seguido Jesús nos advierte de dos peligros aparejados al trauma de la fugacidad de nuestra condición temporal. El primero consiste en pensar que las catástrofes naturales (terremotos, epidemias, etc.) y humanas (guerras y revoluciones) las provoca Dios para anunciar amenazante el próximo fin del mundo. Jesús en ningún momento atribuye a la acción de Dios esas desgracias. Más bien hay que entender que todas ellas son expresión de la limitación propia del mundo: de la limitación física (los acontecimientos físicos y naturales) y moral (las acciones del hombre, autor de guerras e injusticias). Unas y otras nos avisan de que no es posible poner en ellas nuestra fe y nuestra confianza definitiva.

El segundo peligro o tentación sobre el que nos advierte Jesús, es el de tratar de superar las intrínsecas limitaciones físicas y morales de nuestro mundo pero dentro de él, instaurando ya, sea por los puros esfuerzos humanos, sea por ciertas confluencias cósmicas, el paraíso en la tierra, una nueva era de paz y armonía, en la que se eliminen o minimicen al máximo todas las causas del sufrimiento humano, y que sería la única salvación a la que nos sería dado aspirar. Los falsos profetas que tratan de usurpar el nombre de Jesucristo, que dicen de múltiples modos “soy yo”, “el momento de la salvación está cerca”, han sido y son legión. Unos lo hacen en nombre de determinadas ideologías políticas, otros en virtud del progreso científico, otros, por fin, apelan a los movimientos de los astros (y hay quienes combinan en un coctel de frutas cuarzos-medallas-político-científico-mística-yoga-etc.). Pero acomodarse a este mundo pasajero como si fuera definitivo es una solución tan falsa como lo es desentenderse del compromiso con la vida cotidiana.

Mirar con atención la solidez de tu experiencia de vida cristiana.

 

 

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-19):

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y las ofrendas votivas que lo decoraban.
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»


Palabra del Señor

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 10 de noviembre de 2013


“SON COMO ÁNGELES; SON HIJOS DE DIOS, PORQUE PARTICIPAN EN LA
RESURRECCIÓN”.

Domingo XXXII del Tiempo Ordinario

 

Durante las últimas semanas del año litúrgico, las lecturas bíblicas nos invitan a la reflexión sobre nuestra vida, nuestro final terrenal y nuestra eternidad.

El moderno François de La Rochefoucauld, decía que la hipocresía como “el homenaje que el vicio rinde a la virtud”. Este es el caso de los fariseos, no obstante, en los saduceos encontramos una actitud distinta, que se asoma en el diálogo del Evangelio de hoy.

La acción cargada de malicia del saduceo no es la hipocresía, sino el cinismo, que se ríe abiertamente del bien, lo desafía y, en este caso, mira con desprecio y suficiencia la fe religiosa del pueblo y su esperanza en la resurrección. Al abordar a Jesús, usan una técnica similar a la de los fariseos para ponerlo en apuros.

La respuesta que les brinda Jesús está llena de sentido y sabiduría, y pone de relieve la debilidad interna del cinismo saduceo. En primer lugar, los saduceos han planteado mal la cuestión, trasladando a la situación de la vida futura las estructuras e instituciones que sólo tienen sentido en este mundo efímero y pasajero. “En esta vida, dice Jesús, hombres y mujeres se casan”, y podría añadir: “tienen hijos, acumulan riquezas, dejan herencias”. Es otra lógica, no es la lógica de nuestro mundo material, temporalizado, limitado y natural. La vida eterna es una vida plena, en la que todo lo bueno se conserva (se salva), al tiempo que se superan las limitaciones que aquí impiden la plenitud. Eso es lo que significa: “no se casarán, no pueden morir, son como ángeles, son hijos de Dios, participan de la resurrección” (que es lo mismo que decir, que participan de la vida del Resucitado, Jesucristo, Hijo de Dios).

Al final del evangelio está la clave para iniciar una reflexión que nos puede ayudar a comprender nuestra fe en la resurrección: Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob." No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»”

 


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (20,27-38):


En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»

Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob." No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 3 de noviembre de 2013


Zaqueo es aguel…

Domingo 31 del Tiempo Ordinario
 

Zaqueo es aquel hombre de baja estatura, que se hace grande cuando reconoce la presencia de Jesús en el camino de la vida. Zaqueo es aquel hombre, que ya no necesita separarse de la multitud y treparse al árbol para divisar a Jesús, porque ahora lo lleva adentro. Zaqueo es aquel hombre, que permitió que Jesús se invitara a su casa. Zaqueo es aquel hombre, que aceptó que Jesús entrara en la intimidad de su hogar. Zaqueo es aquel hombre, que reconoció sus errores y decidió repararlos.

 

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):


Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol junto al cual tenía que pasar Jesús.
Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.»

Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador.

Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor: «Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.»


Palabra del Señor







 

domingo, 27 de octubre de 2013

Cuidado con pensar que somos tan pecadores que no seamos capaces de hablar de Jesús

Domingo XXX del Tiempo Ordinario

 
La actitud del cristiano al realizar sus deberes y responsabilidades debe estar moderada por la humildad. No solo porque sabemos quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos, sino porque lo importante y lo que debe sobresalir es el mensaje de la Buena Noticia que Jesús nos ha enviado a anunciar a todos desde nuestra realidad cotidiana en los ambientes en los que nos desenvolvemos.

No obstante, desde la vivencia de la humildad, tenemos que tener cuidado de no caer en la omisión, al pensar que somos muy pecadores y por tanto incapaces de Dios y de hablar del Evangelio. Muchos dicen: “yo no puedo… ¿quién soy yo?, eso es para la gente buena…” Eso no es humildad. Puede ser vagancia, pereza o indiferencia. ¡Cuidado!

 

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):


En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»



Palabra del Señor

 
 
 
 
 
 

 

sábado, 19 de octubre de 2013


“Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?”

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario
 
 

Hoy es el domingo en el que, de manera especial, se ora por las misiones en el mundo entero. Se le conoce como el DOMUND. Además, dedicar este domingo a las misiones, contribuye a la promoción de la vocación misionera y a la recaudación de recursos para el sostenimiento de las misiones en cada rincón del mundo, sobre todo en los pueblos más pobres y necesitados de muchos aspectos importantes para la vida y para promoción y la defensa de la dignidad de la persona humana.

La misión es parte de la naturaleza de la Iglesia. Es por esta razón que debe estar permanentemente en estado de misión. La fe impulsa para la realización de la caridad, que a final de cuentas es la misión de la Iglesia. La caridad o amar a los demás, implica muchas cosas, que con razón se medirán con nuestra fe. Es por esto que hoy, en el evangelio Jesús plantea ante la situación que intenta resolver lo siguiente: “Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?”. Sin la intención de realizar una reflexión materialista sobre la fe, cuando se pregunta si a la venida del Hijo del hombre encontrará esta fe en la tierra,  no se trata de cantidad de fe, sino de calidad de fe.

¿Cuánta fe es necesaria para lanzarse a la aventura de la misión fuera de los espacios cotidianos? La respuesta es: una gran y fortalecida fe. Cuando hablo sobre espacios cotidianos, me refiero a los espacios en donde nos desenvolvemos diariamente que también son campos de misión tales como: el hogar, el vecindario, la escuela, el trabajo, etc. Esos son los primeros y principales centros de misión. No se trata necesariamente de salir del país e irse a otro continente. Tampoco se trata necesariamente de ir de casa en casa con la biblia debajo del brazo anunciando el Evangelio. No obstante, si hay alguna persona que siente en el corazón el deseo de hacer la caridad desde la misión ad gentes, es decir, a los pueblo de otros continentes, pues también tiene un valor importante en la Iglesia. Para fortalecer la fe es importante estrechar la relación con Dios, quien te ha llamado a realizar un papel importante dentro de la comunidad humana. La continua oración es el vehículo para intimidar con el Dios de la caridad.

Finalmente, creo que es importante en que reflexionemos sobre nuestra fe y verifiquemos nuestra generosidad de fe-caridad en la misión, si alguna, que realizamos en los espacios cotidianos o fuera de esas fronteras.  ¿Cuánto amas en tu hogar? ¿Cuánto amas en el vecindario? ¿Cuáno amas en el escenario laboral?
 

 

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

Palabra del Señor

 

 

 

 

 

domingo, 13 de octubre de 2013


Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.

Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario

Aquel que viene de afuera y que pertenece a otro pueblo da valor a la bendición que viene de Jesús. Aquel que es samaritano y por tanto contario, reconoce en Jesús el poder para su sanación. Jesús, reconoce en él su fe y lo sana.

La semana pasada, tan reciente como el 10 de octubre de 2013, se publicó la noticia sobre las recomendaciones que hizo el Primado de la Iglesia Anglicana, Justin Welby. En la misma se comunicaba que el Arzobispo de Canterbury, cuyo director espiritual es un sacerdote católico, recomendaba el acompañamiento de un director espiritual y el sacramento de la confesión.

No expreso nada más al respecto. Las lecturas de este domingo de la XXVIII del Tiempo Ordinario y la siguiente noticia hablan por sí mismas.



10 de octubre de 2013
1:54 PM
por Juanjo Romero


 
Lo he tenido que leer dos veces. El Primado anglicano, Justin Welby, proviene del parte/sección más protestante del anglicanismo, la «Low Church», así que una recomendación de la confesión católica es bastante sorprendente.

Se nota la influencia de su director espiritual personal, el Padre Nicolás Buttet, un sacerdote católico suizo; hasta el punto de que el Arzobispo de Canterbury es un firme partidario del culto «al estilo católico».

Ante una audiencia «ecuménica», que incluía al Arzobispo de Westminster y Presidente de la Conferencia Episcopal, Vincent Nichols les instó a ser parte de la «tradición católica» y confió, con realismo, que:

En estos diez últimos años he aprendido mucho sobre el gran sacramento de la reconciliación: la confesión.

Es una experiencia poderosa y tremendamente dolorosa cuando se hace correctamente…, es realmente estremecedor cuando acudes al confesor. Dudo que alguien se levante por la mañana y piense, voy a echarme unas risas.

Y termina con lo importante:

Pero a través de la confesión Dios concede el perdón y la absolución y una sensación de limpieza en el alma.

Yo hubiese resaltado más la alegría, pero, claro, soy católico. De cualquier modo impresiona su experiencia, la conciencia de pecado que se va perdiendo en tantos ambientes; el verdadero propósito de la enmienda y contrición que se manifiesta en la actitud con la que acude.

Ahorita que tanto católico protestantizado adormece malamente su conciencia con un «yo no lo necesito, me confieso directamente con Dios, con el crucifijo de la mesilla de noche»; pueden tomar buena nota, lo dice un no católico: confesión auricular y secreta, con un confesor.

Para el comienzo de curso dos propósitos excelentes: una buena confesión y buscar un buen director espiritual, ya se ve que hace maravillas, ¿no os parece?

 

Comparto con ustedes los enlaces para que  puedan acceder a ellos, lee las noticias, dar seguimiento a este asunto y continuar con la investigación.
 
 
 

 
 
 
 
Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

Palabra del Señor

 

Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3cd-4

R/. El Señor revela a las naciones su salvación


Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad. R/.