Sobre el Profeta Ezequiel




Pensamientos. Filosofía. Teología.

Puerto Rico.

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jueves, 30 de diciembre de 2010

Un año que viene y otro que se va

Al concluir un año y con el advenimiento de nuevo año se suscita en muchas personas el deseo de reflexionar sobre las cosas vividas. El momento es oportuno para reflexionar desde lo más profundo del interior sobre las experiencias pasadas, las vividas en el presente y las que se plantean como futuras. En este sentido, se aprende del pasado porque toda experiencia, aunque haya sido negativa, engendra formas que pueden convertirse en un mecanismo que provoca madures humana y espiritual. Mirar las experiencias pasadas nos ayudan a ubicarnos en el lugar en que nos encontramos y ayudan también, a comprender que esas experiencias y acontecimientos son los que han llevado hasta el presente. El presente es para vivirlo con intensidad. Conocemos el pasado pero no sabemos nada del futuro, aunque si bien es cierto, que al obrar conforme a orden de nuestra propia naturaleza y conforme al querer de Dios, los resultados deben ser favorables de cara al futuro, el futuro sigue siendo un porvenir. No obstante ser humano construye su futuro día a día mediante sus pensamientos, palabras y acciones, y estas a su vez van moldeando el presente.

Es muy común que tracemos metas y establezcamos propósitos para el nuevo año. Esto es muy importante porque son motivaciones para continuar creciendo como seres humanos y además animan a continuar viviendo con intensidad y sentido cada instante de la vida. Sin embargo, muchas personas establecen metas y propósitos irreales e inalcanzables. Muchos ni tan siquiera comienzan a realizarlos y los que así lo hacen los olvidan prontamente. Por tanto, es importante que al establecer metas y propósitos para el nuevo año o la nueva etapa que te dispongas a vivir, sean reales y alcanzables. Para esto es necesario hacer un buen discernimiento, establecer prioridades y colocar los pies en la tierra. Mi recomendación es optar por metas a corto plazo que van construyendo un proyecto superior.

No podemos dejar a nuestro Padre Dios fuera de este proyecto, recordemos que Él es el artífice de todo y sin Él no podemos lograr nada. La oración, que es comunicación e intimidad con Dios, nos ayuda en el discernimiento y su Espíritu nos ilumina para poder encontrar el camino correcto.

Que el nuevo año podamos, con la bendición de Dios, lograr la Paz, defender la Vida y vivir el Amor.
El Silencio

Desde el tiempo de Adviento que acabamos de vivir y durante estos últimos días de Navidad, he reflexionado mucho sobre la importancia y la bondad del silencio. Mucho se ha escrito y se ha reflexionado sobre el silencio, sobretodo tenemos el legado de los grandes los grandes maestros de la vida  espiritual del cristianismo y de otras experiencias religiosas. Les invito a realizar una búsqueda y a leer sobre el particular.


En este breve ensayo, no realizaré una exposición sobre el silencio, sólo mencionaré algunas de las formas en que se puede vivir la experiencia del silencio y motivarlos a vivirlo.

Se puede vivir el silencio interior aun cuando afuera haya un ruido ensordecedor. Esto no implica enajenarse de la realidad, sino ser contemplativo en medio de las faenas de todos los días, sea en la casa, trabajo o lugar de desempeño. Sin embargo, también se puede vivir el silencio exterior ubicándose en un lugar propicio para eso. Esto implica el retiro físico o recogimiento espiritual.

También podemos vivir el silencio del corazón y del pensamiento. Esto es llevar al corazón y al pensamiento aquello que recibimos a través de los sentidos y hacerlo vida desde ese mismo lugar. Del mismo modo, se puede vivir el silencio de los labios y de la voluntad, para esto es necesario una gracia mayor.

Nos enseña  Jorge Enrique Mújica, que el silencio es virtud desde el momento en que se busca, provoca la escucha de la voz divina y mueve a la acción de lo que esa voz pide. Es ahí donde, además, ese “hágase en mí según tu palabra”  y que nosotros repetimos de forma parecida en el “hágase tu voluntad” en el Padre Nuestro cobra sentido; porque ahora está abierto ya no a escuchar cuál es esa voluntad sino que además se ponen los medios para cumplirla, vivirla y transmitirla.

Para comenzar a vivir el silencio como una virtud, es necesario poner en práctica el silencio de los ojos que invita a ver lo que necesariamente se debe ver y no lo que pueda robarnos la paz y causar un desasosiego que distraiga la atención de lo esencial. El silencio de los oídos que nos motive a prescindir del ruido para poder estar atentos a los sonidos y muy especialmente a la sonora voz de Dios que quiere sutilmente retumbar en nuestro ser y orientar hacia el bien y hacia el conocimiento de su voluntad.

Para finalizar quiero compartir con ustedes unos versos de Mújica que son fruto del silencio que escucha al Silencio que habla, el de Dios:

Qué bien suena tu voz en el silencio.
Qué lucidez, qué dulzura, que clara.
Remanso de quietud,
invitación a la reflexión,
elocuente decir insinuado,
siempre velado, siempre velado.
Cómo impresiona tu silencio, Señor;
silencio de entrega,
silencio de espera,
silencio de Dios.
Cuánto provecho causa tu silencio…
Vienen a la mente las victorias vividas,
las derrotas sufridas,
las vigilias cansadas,
las alegrías encausadas,
los triunfos conseguidos…
Y la vida: su pasado, su presente
y su futuro…
Y Tú en silencio, pero siempre al lado.
Tú en silencio, mas acompañando.
Tú en silencio; fiel, fiel, fiel; siempre fiel.
¿Cómo no va a estremecerme tu silencio?
¿Cómo no va a ser fuente de cuestionamientos?:
¿a dónde voy, por qué existo,
de dónde vengo y para qué vivo?
Pero en Ti
-¡ay, cómo escucho tus gritos!-
todo esto tiene un sentido.
Señor de la boca callada;
Señor de las palabras tan amplias;
Señor de la voz disimulada;
Señor de cara blanca:
¡luna llena eucarística!
Y si esto me dices en silencio,
qué sería si de la otra forma hablaras.

(Sonidos del silencio).

domingo, 12 de diciembre de 2010

La Educación


2.1. ¿Qué se entiende por educación? [1]

          Es un derecho fundamental y universal, pero también es un deber personal, familiar y social. La educación se ejercita a través de la escolarización, de la preparación para una profesión, del descubrimiento de la propia vocación y de la formación permanente. Por medio de la educación el hombre adquiere cultura, se reconoce a sí mismo y se hace útil para los demás.

Por educación habrá de entenderse aquella acción encaminada al desarrollo de los individuos como personas y para la integración en la sociedad, mediante la transmisión del patrimonio cultural de cada pueblo y de la humanidad. La educación ha de ser:

·         Un proceso global e integrador de transmisión de conocimientos, de difusión de valores, de creación de actitudes y de ofrecimiento de sentido.
·         Un proceso libre de alienaciones, de manipulaciones o de acaparación por parte de algún grupo social.
·         Una tarea de toda la vida -aunque esté institucionalizada en torno a determinadas edades- según un proceso evolutivo, permanente y personalizador.

2.2. La educación es un derecho personal fundamental

La Iglesia entiende que la educación es un derecho inalienable de la persona para orientar de manera ordenada todas sus capacidades (físicas, morales, intelectuales, religiosas, artísticas y sociales).

a) Es un derecho que exige libertad. Esa libertad comprende:

·         Libertad de elección del tipo de educación. Esa elección habrán de hacerla los padres, los tutores o los propios hijos, en su caso.
·         Libertad de creación de instituciones educativas.
·         Libertad de expresión e información para buscar la verdad. Asimismo, se exige libertad de conciencia, de creatividad, de pensamiento, de creencias y de ideología.

b) Es un derecho que exige igualdad:

·         Igualdad de protección jurídica en la creación de entidades y opciones educativas, evitando monopolios o dirigismos
·         Igualdad de oportunidades en el acceso a los bienes educativos y culturales, favoreciendo una justa distribución de los recursos.
·         El Estado debe garantizar la efectividad del principio de igualdad amparando jurídica y económicamente a los ciudadanos para que puedan ejercer su libertad de elección en su educación y enseñanza.

2.3. La educación es un deber personal, una obligación familiar y social y una tarea pública

a) Un deber personal: Además de un derecho, la educación constituye un deber para la persona, el cual responde a la aspiración profunda de todo hombre de convertirse en protagonista y responsable de su crecimiento en humanidad.

b) Es un derecho y una obligación familiar: La familia es la primera y mejor educadora, antes que la escuela y la sociedad. Los padres son los primeros responsables de la educación. Las demás instancias educativas son exclusivamente colaboradores de los padres. No se puede obstaculizar el derecho de la familia a elegir el tipo de educación para sus hijos.

c) Es una obligación social y una tarea pública: La sociedad debe garantizar el ejercicio real y efectivo de los derechos educativos, de conformidad con los principios de la solidaridad y la subsidiariedad. Mediante la solidaridad, cada hombre contribuye con sus semejantes a la elevación cultural, profesional y educativa. Mediante la subsidiariedad, el Estado solamente está legitimado para actuar cuando las personas o los grupos sociales no ejerzan su función y libertad en el proceso educativo.


[1] CUADRÓN, A. y OTROS. Manual abreviado de Doctrina social de la Iglesia… Págs. 147-153
La Justicia no implica Igualdad

               Temprano en la mañana llegué a Río Piedras. El casco comercial y residencial aledaño a la Universidad de Puerto Rico estaba desolado. No sé, si las calles vacías eran producto de alguna orden ejecutiva o a causa de la hora matutina que guarda a los residentes para del descaso sabatino. No quise estacionar mi vehículo dentro del campus universitario previniendo poder salir en caso de ocurrir algún incidente que amerite abandonar los predios de la universidad.  Me dirigí, entonces, al centro docente a tomar un examen de admisión, estos que tienen como requisitos algunos departamentos.  Mientras caminaba hacia el edificio donde se iba a administrar el “test”, pensaba en el pulseo que iba a librar con el inglés durante el mismo. Además, me entretenía observando y contemplando los árboles envejecidos y los envejecidos edificios de la institución, que muestran en sí, el maltrecho cuidado que se le ha dado. “Que mala administración, que poco interés en brindarle a la educación del pueblo lo mejor”, pensaba mientras subía las escaleras hasta el tercer piso. Jamás utilizar el elevador, puedes quedar condenado en el mismo, y en el caso de ser sábado, se corre el riesgo de tener que esperar en el claustro hasta el lunes.

Escuché por los pasillos a los compañeros estudiantes comentar el problema de la cuota que quiere imponer la administración universitaria para que el estudiante pague los platos rotos que han quebrado los vampiros y pirañas de las distintas administraciones académicas y gubernamentales. Ante esta situación, se está debatiendo en diversos foros: estudiantiles, académicos, administrativos, políticos y sociales. Muchos lo han realizado de manera prudente, pacífica y ordenada; y otros han incurrido en violencia verbal y física. En lo que casi todos coinciden en su discusión es en utilizar los términos justicia e igualdad indistintamente. “Porque somos iguales”. “Hay que ser justos con los estudiantes que no tienen para pagar”. “Exigimos igualdad de derechos y de trato por parte de…”. “Es una injusticia para los estudiantes”.

Es importante considerar en nuestra reflexión, que no necesariamente la justicia implica igualdad. Cuando se aplica la justicia se realiza una inclinación a dar a cada una de las partes lo suyo o lo que corresponde adecuadamente. Lo que le corresponde a cada una de las partes no necesariamente es lo mismo, sino lo justo. No lo igual, sino lo que corresponde adecuadamente. La igualdad busca lograr la conformidad de de las partes en la naturaleza, forma, calidad o cantidad de los que se está resolviendo. La igualdad se puede concebir además, como el trato idéntico entre todas las personas, más allá de razas, sexo, clase social y otras circunstancias diferenciadoras entre ciudadanos o beneficiarios del asunto al resolver.

En esta situación que los estudiantes universitarios y muchos otros sectores laborales y sociales en Puerto Rico están luchando hoy, no basta con tener las mejores leyes o normas ni conocer la Declaración Universal de los Derecho Civiles. Tampoco es suficiente saber en qué libro de la Biblia encontramos el tema de la justicia. Lo que en el día de hoy, el Todopoderoso demanda de cada uno de nosotros, es ser constructores de la paz y la puesta en práctica de la justicia en donde quiera que nos encontremos. Todos somos parte de esta sociedad y custodios de los valores de la justicia y la igualdad. Cada gesto o acción a favor de la justicia mantendrá viva la esperanza de un mañana mejor y propiciará la igualdad y la construcción de la civilización del amor. La justicia comienza a vivirse con la verdad y la igualdad se realiza respetando la dignidad de la persona. Esto será utopía mientras no lo vivamos. El día en que nos levantemos del descanso bajo los sauces y comencemos a trabajar por ello, ya no será una utopía.

Concluyo esta reflexión compartiendo con ustedes un fragmento del libro del profeta Ezequiel (Ez 18, 21-32):

“Pero si el malvado se convierte de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, seguramente vivirá, y no morirá. Ninguna de las ofensas que haya cometido le será recordada: a causa de la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso deseo yo la muerte del pecador –oráculo del Señor– y no que se convierta de su mala conducta y viva? Pero si el justo se aparta de su justicia y comete el mal, imitando todas las abominaciones que comete el malvado, ¿acaso vivirá? Ninguna de las obras justas que haya hecho será recordada: a causa de la infidelidad y del pecado que ha cometido, morirá. Ustedes dirán: "El proceder del Señor no es correcto". Escucha, casa de Israel: ¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es correcto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete el mal y muere, muere por el mal que ha cometido.  Y cuando el malvado se aparta del mal que ha cometido, para practicar el derecho y la justicia, él mismo preserva su vida. Él ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las ofensas que había cometido: por eso, seguramente vivirá, y no morirá. Y sin embargo, la casa de Israel dice: "El proceder del Señor no es correcto". ¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es correcto? Por eso, casa de Israel, yo los juzgaré a cada uno de ustedes según su conducta –oráculo del Señor–. Conviértanse y apártense de todas sus rebeldías, de manera que nada los haga caer en el pecado.  Arrojen lejos de ustedes todas las rebeldías que han cometido contra mí y háganse un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué quieres morir, casa de Israel? Yo no deseo la muerte de nadie –oráculo del Señor–. Conviértanse, entonces, y vivirán.”

viernes, 10 de diciembre de 2010


IGUALDAD O JUSTICIA

              Con el propósito de provocar una reflexión sobre los conceptos igualdad y justicia, en cuales sean sus apreciaciones y aplicaciones, comparto una breve definición de cada uno de los mencionados términos. Luego analizaremos la siguiente sentencia: “La justicia implica igualdad”.

Por igualdad se entiende la conformidad de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad. Requerir la igualdad de condiciones para llegar a un buen arreglo. Se puede concebir además, como el trato idéntico entre todas las personas, más allá de razas, sexo, clase social y otras circunstancias diferenciadoras entre ciudadanos. Y en el estudio físico o matemático es la equivalencia de dos cantidades o expresiones.

No obstante, entendemos por justicia el arte de hacer lo justo, y de dar a cada uno lo suyo. La palabra justicia deriva del latín antiguo "ious", que significa el derecho como conjunto de leyes o estatuto. Comúnmente se conoce como una de las virtudes cardinales. Se le denomina virtud cardinal, en cuanto que, sirve de base para sostener toda la vida moral a la se reducen todas las demás virtudes. Desde esta perspectiva, la justicia es la virtud que se inclina a dar a cada uno lo suyo. Sus tres partes subjetivas son la justicia conmutativa, la legal y distributiva. Estas regulan respectivamente las relaciones ente los individuos armonizando lo propio y lo ajeno. La justicia, desde el punto de vista legal, es el conjunto de reglas y normas que establecen un marco adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones. La Justicia es ética, equidad y honradez.