La Justicia no implica Igualdad
Temprano en la mañana llegué a Río Piedras. El casco comercial y residencial aledaño a la Universidad de Puerto Rico estaba desolado. No sé, si las calles vacías eran producto de alguna orden ejecutiva o a causa de la hora matutina que guarda a los residentes para del descaso sabatino. No quise estacionar mi vehículo dentro del campus universitario previniendo poder salir en caso de ocurrir algún incidente que amerite abandonar los predios de la universidad. Me dirigí, entonces, al centro docente a tomar un examen de admisión, estos que tienen como requisitos algunos departamentos. Mientras caminaba hacia el edificio donde se iba a administrar el “test”, pensaba en el pulseo que iba a librar con el inglés durante el mismo. Además, me entretenía observando y contemplando los árboles envejecidos y los envejecidos edificios de la institución, que muestran en sí, el maltrecho cuidado que se le ha dado. “Que mala administración, que poco interés en brindarle a la educación del pueblo lo mejor”, pensaba mientras subía las escaleras hasta el tercer piso. Jamás utilizar el elevador, puedes quedar condenado en el mismo, y en el caso de ser sábado, se corre el riesgo de tener que esperar en el claustro hasta el lunes.
Escuché por los pasillos a los compañeros estudiantes comentar el problema de la cuota que quiere imponer la administración universitaria para que el estudiante pague los platos rotos que han quebrado los vampiros y pirañas de las distintas administraciones académicas y gubernamentales. Ante esta situación, se está debatiendo en diversos foros: estudiantiles, académicos, administrativos, políticos y sociales. Muchos lo han realizado de manera prudente, pacífica y ordenada; y otros han incurrido en violencia verbal y física. En lo que casi todos coinciden en su discusión es en utilizar los términos justicia e igualdad indistintamente. “Porque somos iguales”. “Hay que ser justos con los estudiantes que no tienen para pagar”. “Exigimos igualdad de derechos y de trato por parte de…”. “Es una injusticia para los estudiantes”.
Es importante considerar en nuestra reflexión, que no necesariamente la justicia implica igualdad. Cuando se aplica la justicia se realiza una inclinación a dar a cada una de las partes lo suyo o lo que corresponde adecuadamente. Lo que le corresponde a cada una de las partes no necesariamente es lo mismo, sino lo justo. No lo igual, sino lo que corresponde adecuadamente. La igualdad busca lograr la conformidad de de las partes en la naturaleza, forma, calidad o cantidad de los que se está resolviendo. La igualdad se puede concebir además, como el trato idéntico entre todas las personas, más allá de razas, sexo, clase social y otras circunstancias diferenciadoras entre ciudadanos o beneficiarios del asunto al resolver.
En esta situación que los estudiantes universitarios y muchos otros sectores laborales y sociales en Puerto Rico están luchando hoy, no basta con tener las mejores leyes o normas ni conocer la Declaración Universal de los Derecho Civiles. Tampoco es suficiente saber en qué libro de la Biblia encontramos el tema de la justicia. Lo que en el día de hoy, el Todopoderoso demanda de cada uno de nosotros, es ser constructores de la paz y la puesta en práctica de la justicia en donde quiera que nos encontremos. Todos somos parte de esta sociedad y custodios de los valores de la justicia y la igualdad. Cada gesto o acción a favor de la justicia mantendrá viva la esperanza de un mañana mejor y propiciará la igualdad y la construcción de la civilización del amor. La justicia comienza a vivirse con la verdad y la igualdad se realiza respetando la dignidad de la persona. Esto será utopía mientras no lo vivamos. El día en que nos levantemos del descanso bajo los sauces y comencemos a trabajar por ello, ya no será una utopía.
Concluyo esta reflexión compartiendo con ustedes un fragmento del libro del profeta Ezequiel (Ez 18, 21-32):
“Pero si el malvado se convierte de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, seguramente vivirá, y no morirá. Ninguna de las ofensas que haya cometido le será recordada: a causa de la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso deseo yo la muerte del pecador –oráculo del Señor– y no que se convierta de su mala conducta y viva? Pero si el justo se aparta de su justicia y comete el mal, imitando todas las abominaciones que comete el malvado, ¿acaso vivirá? Ninguna de las obras justas que haya hecho será recordada: a causa de la infidelidad y del pecado que ha cometido, morirá. Ustedes dirán: "El proceder del Señor no es correcto". Escucha, casa de Israel: ¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es correcto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete el mal y muere, muere por el mal que ha cometido. Y cuando el malvado se aparta del mal que ha cometido, para practicar el derecho y la justicia, él mismo preserva su vida. Él ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las ofensas que había cometido: por eso, seguramente vivirá, y no morirá. Y sin embargo, la casa de Israel dice: "El proceder del Señor no es correcto". ¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es correcto? Por eso, casa de Israel, yo los juzgaré a cada uno de ustedes según su conducta –oráculo del Señor–. Conviértanse y apártense de todas sus rebeldías, de manera que nada los haga caer en el pecado. Arrojen lejos de ustedes todas las rebeldías que han cometido contra mí y háganse un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué quieres morir, casa de Israel? Yo no deseo la muerte de nadie –oráculo del Señor–. Conviértanse, entonces, y vivirán.”
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