Sobre el Profeta Ezequiel




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jueves, 14 de julio de 2011

¿De quién es la culpa?

Responder esta pregunta es el interés de muchos hombres y mujeres de los medios de comunicación, políticos, sociólogos, profesionales de la salud, religiosos y líderes comunitarios entre otros.

Creo que en el discurso de muchos de ellos media una crítica al débil sistema de seguridad y de justicia de nuestro país. No necesariamente desean resolver el problema, solo buscan a quien culpabilizar para terminar por destruir el sistema al cual aspiran dirigir desde alguna banca, sea en cualquier rama de gobierno, sea la más ventajosa para el lucro y vanagloria de su persona.

Los que con seriedad buscan resolver el problema partiendo de la gran interrogante, puede que tengan una buena y recta intención, pero están errados. Pues, conducirse por un camino incorrecto en la buena gesta de la búsqueda de la verdad, conduce al error. Encontrar una respuesta, todavía no es solución al problema. En mi opinión una respuesta es manifestación de lo mal que se encuentra el sistema actual. Desvela un sistema reactivo, mientras que todos aspiramos a un sistema que se caracterice por su proactividad y por utilizar un lenguaje propositivo en su discurso de política pública en beneficio de toda la sociedad.

El profeta Ezequiel tuvo que afrontar la misma interrogante. Durante el periodo previo a la primera caída de Jerusalén, el profeta le comunicó al pueblo: “A cada uno según su conducta” “Por mi vida, oráculo del Señor, juro que no quiero la muerte del malvado, sino que cambie de conducta y viva” (Ez 18 y 33). Estas son palabras de misericordia y no condenatorias.

En mi opinión, el punto de partida para la reflexión que deben realizar los que desean resolver el problema de violencia, corrupción y crimen en nuestra Isla que se ha acrecentado durante los últimos meses, debe estar en identificar cuáles son los valores que se han perdido, cuya ausencia suscita tales actos.

Es apremiante reconocer que nuestro país se ha perdido el sentido de responsabilidad colectiva. Que haya un sistema con sus tres ramas de gobiernos, departamentos, agencias, etc.; no significa que el individuo se debe enajenar de la realidad que vive la comunidad. Debe haber una relación estrecha entre el individuo y la comunidad y de la comunidad con el individuo, de la cual ninguna sociedad puede prescindir. De lo contrario, ¿qué tipo de sociedad es?

Esta forma de comprender la sociedad hunde sus raíces en la solidaridad necesaria para la vida comunitaria. Es indispensable para la ayuda mutua. Todos somos interdependientes. Además, esta forma de comprender las relaciones entre los miembros de un grupo humano va más allá del simple fenómeno de la solidaridad, sino que se extiende a todos los aspectos de la vida del grupo. No se puede desvincular del pasado, puesto que también busca construir un devenir. Reconociendo lo que hemos sido y somos; podemos definir cuál va a ser nuestro futuro. Cuando se pierde de perspectiva la solidaridad en la clave de la interdependencia de los seres humanos en la sociedad, se desmorona todo y se pierde la vida. Esto está pasando aquí.








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