Sobre el Profeta Ezequiel




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domingo, 6 de octubre de 2013


Nuestras acciones, obras y relación con el Padre; deben corresponder a lo que creemos por fe.
Domingo 27 del Tiempo Ordinario
 
 
¿La petición "auméntanos la fe", deberíamos sustituirla por la afirmación  “Señor, tú me das el don para realizar mi misión.”?
 

El evangelio que corresponde a la liturgia de este domingo, nos podría despertar la reflexión o el debate sobre el tema de la fe y las obras. Los discípulos le piden a Jesús que le aumente la fe. Él, les habla sobre la fe: “Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería.” (Lc 17, 6), sin embargo, les habla sobre las obras al argumentar sobre la relación entre el criado y un aparente amo. Puede estar refiriéndose a la relación que hemos de tener con el Padre. Él nos ha dado el don de la fe y seguramente permitirá, si es nuestro deseo, que la fe se acreciente en nuestra persona. No obstante, también es necesario que realicemos la misión que nos corresponde, pues hemos de cumplir a cabalidad con nuestros deberes y responsabilidades.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña sobre la fe que “por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela (cf. DV 5). La sagrada Escritura llama «obediencia de la fe» a esta respuesta del hombre a Dios que revela (cf. Rm 1,5; 16,26). (CEC núm. 142) Además, nos enseña que la fe es obedecer. Obedecer (ob-audire) en la fe es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma. De esta obediencia, Abraham es el modelo que nos propone la Sagrada Escritura. La Virgen María es la realización más perfecta de la misma. (CEC núm. 144)

La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. (CEC núm. 150) La fe es una respuesta libre a la revelación de Dios que requiere el amor puesto en práctica. Es por eso que la Iglesia enseña, con San Pablo, que debemos trabajar en nuestra salvación. Ese trabajo es inseparable de la fe. San pablo nos dice hoy a través de su carta a la comunidad de Filipo: “Así pues, queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre, no sólo cuando estaba presente sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajad con temor y temblor por vuestra salvación, pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece.” (Filipenses 2,12-13)

La clave para la comprensión de la enseñanza de San Pablo sobre la primacía de la fe en referencia a las obras, porque las obras deben corresponder a lo que creemos por fe. No se trata de multiplicar obras a nuestro gusto sino de responder en todo a la voluntad de Dios.



Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,5-10):

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»

Palabra del Señor









 

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