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martes, 19 de abril de 2011

Las peregrinaciones durante la Semana Santa


La experiencia Cristiana desde sus inicios, aún cuando la comunidad apostólica todavía recibía las enseñanzas del Señor, es un constante caminar y un ir hacia fuera a encontrarnos con el Resucitado y a anuncia la buena noticia.

Una peregrinación es el viaje o un camino emprendido hacia un santuario o lugar sagrado con importantes connotaciones religiosas. Es también, un viaje efectuado por un creyente o grupo de creyentes hacia un lugar de devoción o un lugar considerado como sagrado según la religión de cada uno.

El término peregrinación proviene del latín peregrinatio y significa viaje al extranjero o estancia en el extranjero. Según los orígenes etimológicos, el peregrino es el expatriado o exiliado. Sea como fuere, es un extranjero desconocido en el país y privado de la asistencia de una colectividad. El desplazamiento, generalmente andando, de los hombres y mujeres hacia los lugares en los que entran en contacto con lo sagrado es una práctica común de todas las religiones y culturas. La peregrinación es un fenómeno casi universal de la antropología religiosa. El peregrino encuentra lo sobrenatural en un lugar preciso, en el que se participa de una realidad diferente a la realidad profana.

El pueblo de Israel caminó para salir de la esclavitud de Egipto. Caminó por el desierto siguiendo la voluntad de Dios hasta llegar a la tierra prometida. Por el camino Dios se fue mostrando y revelando a sus escogidos hasta que se constituyó una nación consagrada a Él.

Jesús también salió a caminar. Caminando anunció la buena noticia y realizó signos para que todos creyeran en él. Caminado cargó la cruz hasta el lugar de la redención.

El peregrino busca la fuente para saciarse: “como busca la cierva corrientes de agua viva, así te anhela mi alma Dios mío” (Salmo 62). Al regreso, el peregrino no se queda para sí con lo recibido, sino que lo comunica a otros.













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