“Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo”.
Este cuarto domingo de cuaresma la liturgia de la palabra nos presenta el pasaje del ciego de nacimiento (Jn 9, 1-41). Con respecto a lo que puede representar la ceguera para cada uno de nosotros hoy, podemos decir muchísimas cosas. También, podemos realizar una gran reflexión diciendo cuáles son nuestras cegueras y cuáles son las formas en que podemos conseguir ver la luz que necesitamos para orientar nuestra vida espiritual. Además, podemos juzgar la forma en que se le trató al ciego de nacimiento luego de recobrar la visión y compararlo con la experiencia que vivimos hoy ante una situación similar en el ámbito social o religioso.
Hoy, sólo quiero plantear y compartir brevemente un fragmento de mi reflexión sobre este texto. Quiero mostrar la siguiente perspectiva realizando las siguientes preguntas: ¿Cómo vivimos los acontecimientos de todos los días? ¿Vemos en ellos el obrar de Dios? ¿Nos fijamos en la acción del prójimo con relación a nosotros?
Hago estas preguntas, porque ante el milagro que acontece en las vidas de muchos de nosotros, surge frecuentemente la duda. ¿Es que no es suficiente ver y contemplar los resultados que son en sí mismos la mejor evidencia? Claro, es que necesitamos, en casi la totalidad de las ocasiones los detalles de un fenómeno extraordinario para reconocer ahí, la presencia de un milagro.
El ciego de nacimiento, que apenas estaba comenzando a ver los primeros detalles de todas las cosas sensibles que existen, no juzgaba a la persona que lo ayudó por su estilo de vida, ni por grado de espiritualidad, ni tan siquiera por su moral vivida. Sólo, el ex-ciego de nacimiento, tenía como evidencia, el milagro acontecido en él mismo. Al interrogatorio, el ex-ciego de nacimiento responde: “Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo”.
Si algo tenemos que aprender, es saber leer en los acontecimientos de todos los días el obrar de Dios. Además, tenemos que reconocer la santidad y el don que el Espíritu de Dios ha depositado en nuestro prójimo. ¿Cuántas veces lo rechazamos, despreciamos y arrinconamos?
Recordemos que la acción de Cristo continúa hoy día en la Iglesia y nosotros somos la Iglesia. Es decir, es a nosotros a quienes nos corresponde continuar comunicando el mensaje del Evangelio. Ciertamente, quizás no vivimos a la altura que debería vivir un cristiano, pero estamos en ese proceso de realizar cada vez, un esfuerzo mayor para alcanzar el lugar esperado. No obstante, estamos llamados a realizar un papel en la misión de evangelización y al igual que nosotros, muchos otros hermanos y hermanas. No juzguemos su idoneidad. ¿Quiénes somos para eso? “Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo”. Hagamos reflexión.
Evangelio según San Juan 9, 1-41:
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. [Y sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quien pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?" Jesús contestó: "Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo."
Dicho esto,] escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado." Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: "¿No es ése el que se sentaba a pedir?" Unos decían: "El mismo." Otros decían: "No es él, pero se le parece." Él respondía: "Soy yo."
[Y le preguntaban: "¿Y cómo se te han abierto los ojos?" Él contestó: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver." Le preguntaron: "¿Dónde está él?" Contestó: "No sé."]
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: "Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo." Algunos de los fariseos comentaban: "Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado." Otros replicaban: ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?" Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?" Él contestó: "Que es un profeta."
[Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: "¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?" Sus padres contestaron: "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse." Sus padres respondieron así porque tenían miedo los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: "Ya es mayor, preguntádselo a él."
Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador." Contestó él: "Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo." Le preguntan de nuevo: ¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?" Les contestó: "Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?" Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: "Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene." Replicó él: "Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder."]
Le replicaron: "Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?" Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?" Él contestó: "¿Y quién es, Señor, para que crea en él?" Jesús les dijo: "Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es." Él dijo: "Creo, señor." Y se postró ante él.
[Jesús añadió: "Para un juicio he venido ya a este mundo; para que los que no ve vean, y los que ven queden ciegos." Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: "¿También nosotros estamos ciegos?" Jesús les contestó: "Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste."]
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