“LA ASTUCIA CON QUE HABÍA PROCEDIDO…”
Domingo 25 del Tiempo Ordinario
Muchos hablan de la corrupción que
impera en todos los sectores de nuestra sociedad. Muchos saben y están conscientes
de que muchas personas alcanzan lo que quieren a través de este mal. Muchos analizan
las repercusiones y el deterioro humano provocado por las acciones delictivas,
en algunas veces apoyadas por la corrupción en los diferentes niveles, sobre
todo por los que dirigen los pueblos en el ámbito civil, militar y religioso; y
en otras ocasiones por el pueblo, que por estar abajo se perjudican más recibiendo
el mayo azote. Sin embargo, unos más y otros menos, están de alguna forma
involucrados, sea activamente o pasivamente al permanecer callados.
No obstante, quien se atreve a denunciar
la corrupción, sabe que tiene que estar dispuesto a pasar por un proceso muy
complejo que comienza con el rechazo o la sospecha de un sector de la sociedad
y quizás termine con un fallo a favor del corrupto. Siempre habrá otro corrupto
que lo ayude con la mentira a limpiar su nombre.
Durante estos último días, hemos visto
cómo el hombre que le robó la educación a una generación de estudiantes de
nuestro país, sale a la libre comunidad y con trabajo seguro. Esto no es
absolutamente malo. Todos tenemos la capacidad de conversión, madurar, reivindicarnos
y aportar a la sociedad que en alguna ocasión le fallamos. Pero, ¿qué pasa con la
juventud honesta de este país que busca trabajo y no lo consigue obligándolos a
dejar la tierra que les vio nacer para conducirse a otros espacios fuera del
país que les necesita?
En el evangelio, Jesús les enseñaba a
través de la parábola diciéndoles: “…Y el
amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido.”
El problema no es ser astuto, sino para que utilizamos la astucia. ¿Cuánto
pudiésemos lograr si todos usáramos la astucia o cualquiera de los talento que
hemos recibido para el bien de todos? Añade Jesús: “Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que
los hijos de la luz.” ¿Cómo revertir esto a favor y en beneficio de todos? ¿A
caso tiene más fuerza lo que procede de los hijos de este mundo? ¡No! Sabemos
que los hijos de la luz están de parte
del evangelio y son administradores fieles del Señor.
“Y
yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os
reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo
importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo
importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os
confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro,
quién os lo dará?”
Empeño, honestidad y fidelidad.
“Ningún
siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al
otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis
servir a Dios y al dinero.”
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (16,1-13):
En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó
la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo:
"¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión,
porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos:
"¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo
fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me
echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa." Fue
llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto
debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le
dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."
Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien
fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe
ochenta." Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con
que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con
su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero
injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que
es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es
honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de
fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no
fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede
servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se
dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al
dinero.»
Palabra del
Señor
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